martes, febrero 13, 2007

Un lugar encantado llamado Valencia


Os invito a que cerreis los ojos y penseis en como podría ser el día de vuestros sueños, simplemente imaginad que disponeis de un solo día para poder realizar lo que querais y que, como única condición, se impone que todo lo que penseis sirva para desconectaros de vuestro mundo real. Aquel al que os dedicais 24 horas de lunes a viernes, aunque solo tengais media jornada o trabajeis unas cuantas horas al día, porque al final el trabajo ocupa nuestra mente para cargarla de odio y cansancio, por mucho que ya hayamos llegado a casa.
¿Ya teneis los ojos cerrados? Bueno, pues abridlos y mirad la fotografía con la que abro el arcón de hoy. No sé, si os gustará o no, pero al menos no se puede negar que es espectacular. Todo este rollo de imaginaros lo del dia este, es una recomendación que quiero haceros para como hace Will Smith en su última peli, busqueis vuestra felicidad.
Hace unas cuantas semanas, mi novio y yo estabamos saltandonos nuestra dieta en un restaurante que nos gusta mucho de aqui en Barcelona. Hablábamos del estrés que acumulábamos a la semana y que cada vez, se nos hacían más cortos los fines de semana. Pues después, empecé a pensar que necesitaba una solución y en mi mente se encendió la tipica bombillita de los cómics, y apareció algo íncreible e incluso imprescindible como es la imprevisión.
Siempre había querido ir a Valencia, todo el mundo que había estado allí, me comentaba que tenía algo especial que yo asociaba con la magía y que era una ciudad imprescindible para visitar. La curiosidad y sobretodo las ganas de hacer una locura, aunque fuera de un solo día, hizo que de mi boca saliera una proposición a mi novio para ir a Valencia el sábado de la semana siguiente y que no planificaramos nada, sino que hicieramos lo que surgiera sobre la marcha.
Nunca me olvidaré la cara de mi novio cuando escuchó esta locura y jamás me había respondido tan tajantemente que si, siempre me contestaba un ya veremos... que a mi me mata cada vez que lo dice, porque luego al final no hacemos nada. Pero esta vez, la rutina y el cansancio necesitaban una solución y logramos hacer nuestro viaje relámpago a Valencia.
Para ser breve, solo deciros que me dio la tranquilidad y las ganas de disfrutar de las cosas pequeñas que tanto necesitaba. El museo de las artes merece la pena verlo nada más de cerca, no hace falta ni entrar (aunque también es una pasada). La ciudad es magnífica para pasear y perderte por sus calles. Tiene el encanto de mi tierra malagueña pero con muchas mayores posibilidades de hacer cosas durante la semana y con una mejor organización de la ciudad, todo hay que decirlo.
Se que la economía de todos está muy mal, y que una cosa así no podríamos permitirnoslo siempre. Pero lo único que os digo es que si unos días nos dejamos de algunas de esas cosas que compramos y no nos hacen tanta falta y ese dinero lo aprovechais para tomaros una buena tapa en un sitio con encanto, no os vais a arrepentir. Asi que mi consejo para buscar vuestra felicidad es que os ¡volvais locos¡.

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