sábado, junio 23, 2007

Pues si que la vida da muchas vueltas

Esta va a ser una de las pocas veces que el título de una película que os comento en mi arcón, tiene mucho que ver con la situación que estoy pasando en mi vida personal. Y es que en estos últimos dos años, mi vida ha dado muchas vueltas, hasta aterrizar en Barcelona y retornar dentro de una semana a mi Málaga querida.

Y en esta vuelta, la vida me ha regalado una lección asombrosa de lo que puedo llegar a ser en el mundo de la radio y también me ha dejado disfrutar de una gran ciudad que despierta cultura por todos sus rincones.

Gracias por ese Sant Jordi, por ese Salón del Cómic, por esas obras de teatro que pensé que jamás en la vida podría ver, por esos conciertos donde han dejado a una locutora afónica pero feliz y sobretodo por protagonizar uno de los capítulos más importantes de mi vida, como ha sido el comenzar a vivir en pareja.

Y ya hablando de la peli, cuando mi media naranja vio que su admirado Kevin Smith aparecía como actor en esta película, como que ya tenía motivos suficientes para verla...

La verdad es que tampoco su interpretación es que sea nada del otro mundo, porque se asemeja bastante a la personalidad que tiene con frases ingeniosas en momentos complicados, bastante torpe en cuanto a las situaciones en que se enfrenta etc etc

La película trata sobre una joven que acaba de perder a su prometido y que empieza a descubrir cosas de él, tras su muerte, que le ayudan a conocerle de verdad. Yo, la verdad es que no me quejo de que en algunas películas se traten siempre los mismos temas, porque siempre se le puede buscar un nuevo punto de vista que atraiga al espectador, pero en este caso, no me sucedió.

Pero bueno, como cosas positivas están las situaciones divertidas que se suceden en determinados momentos de la película y que el ritmo es bastante rápido, con lo cual no se te hace tan aburrida.

Una de esas opciones para pasar una buena tarde entretenida pero poco más.

Y hoy os quiero dejar un artículo que me ha encantado (y no es de Albert Espinosa), porque refleja muchas de las cosas que yo considero sobre el uso excesivo que las mujeres hacemos de los cosméticos y cuando encuentras a alguien que opina igual, como que te hace sentir menos bicho raro, aqui os lo dejo:

Hola, me llamo Inma y la semana pasada cumplí 33 años. Para los que no me conozcan, les diré que soy rubia, tengo los ojos azules, peso 58 kilos. mido 1,65... Vamos que no estoy nada mal para ser una treinteañera, o eso pensaba yo hasta que se me ocurrió la idea genial de pasearme con una tarjeta de crédito y mucho tiempo libre por el departamento de estética de El Corte Inglés.

Yo nunca he sido de usar cosméticos, me lavo la cara con agua y jabón y el cuerpo con un champú marca no me acuerdo. No tengo ni idea de lo que es una crema exfoliante, no quiero saber qué significa aloe vera y no uso nada para desmaquillarme, básicamente, porque nunca me maquillo. Cuando me presento por la tele, me dan unas toallitas de bebé y con eso me apaño.

Pensaba que era feliz y normal, hasta que aquella cruel mujer con uniforme se fijó en mi y con cara de asesina en serie me dijo: ¿Necesita algo, señora?. La palabra señora retumbó en mis oidos como si estuviera inmersa en una pesadilla y mi respuesta equivocada, fue: ''Si''. Allí empezó una clase magistral sobre cremas, tónicos, serums, etc. Por lo visto, la crema hidratante de toda la vida ya no existe. Ahora es o rehabilitante o estimulante o adelgazante o antiaging o todas a la vez.

Después de la clase magistral, me fui a casa con 200 euros menos en mi cuenta y el bolso lleno de cremas con nombres extraños. Me tendré que hacer una lista para saber cuándo usar cada una. Una por la mañana, otra por la noche, otra durante el día, otra antes de maquillarme, otra media hora antes de ir a dormir...

Lo peor llega por la noche. Me meto en mi gran cama de soltera, me empiezo a poner la crema en las manos y de repente la veo a ella, a mi abuelita. Cuando era pequeña la observaba mucho y me encantaba ver como se metía en la cama y mientras leía una novela de Agatha Christie, se ponía crema en las manos. Dios mio, ahora me doy cuenta, me acabo de comprar no mi primera crema, sino... ¡Mi primera crema de vieja!¡Soy como Bette Davis en Qué fue de Baby Jane!

Entonces, mi cuerpo se revela y va entrando en calor, primero las manos, después los brazos, las piernas y al final, ya se pueden ustedes imaginar, acabo practicando el autoerotismo. Yo no sé si mi querida abuelita hacía lo mismo, solo sé que por 200 euros me merezco algo más que una piel bonita. Quizás otra piel bonita. Mientras no la encuentro, me conformaré con la mía.

No hay comentarios: