lunes, febrero 11, 2008

Una interpretación del amor

Este fin de semana he estado dandole vueltas a una cosa insólita que me ocurrió y que me confirmó que cada persona es un mundo y no se le pueden dar a la ligera consejos a los demás, porque cada uno interpreta su mundo y las cosas que le suceden de una manera diferente.

Vereis, la situación era de risa porque yo utilizo una tarjeta para entrar en el tren y debido a ello, en muchas estaciones tengo que estar buscando al guarda de seguridad de la estación porque en la mayoría de las ocasiones el tarjetero no funciona y no puedo acceder al andén.

Total, que en una de esas situaciones me ví corriendo como una loca hacia una puerta que se me cerraba y por la cual era la única forma de entrar a la vía, y justo delante tenía a un guarda de seguridad que iba a trabajar a málaga centro, que se cachondeó de mi carrera y esa risa se convirtió en una complicidad espontánea, de la que no salimos hasta que me tuve que bajar en mi parada.

Sucedió que de un tema banal, pasamos a un asunto que para él era muy importante y que yo noté que necesitaba soltarlo a alguien como sea, y me encontró a mí. No sé, como le noté que necesitaba hablar de ella, pero lo sentí.

Y como si nos conociéramos de toda la vida, me contó los problemas que estaba teniendo con una chica extranjera a la que amaba y que le había dejado con una simple nota, en la que solo expresaba que le dejaba porque no le merecía y al intentar él pedirle una explicación mejor, ella sólo argumentaba que le estaba metiendo presión y que no quería seguir más con el tema.

El hombre me miraba con ojos de enamorado que se le salían de las pupilas, pero tenía muy en cuenta la opinión de sus amigos más allegados que le repetían y le reiteraban que no la llamara porque estaba jugando con sus sentimientos.

En un primer momento, yo pensé lo mismo y no dejaba de aconsejarle, tal vez por experiencia propia, que quizás ella fuera una persona con baja autoestima, con unos altibajos tremendos que no tiene claro lo que quiere y que hasta que ella vea que no tiene ese problema, él no va a poder hacer nada por solucionarlo.

Hasta que llegó el tren ninguno de los dos nos preguntamos por nuestro nombre, pero al subir él sintió la necesidad de preguntarmelo. Mal hecho, porque me gustaba esa intriga de habernos conocido de personalidad y no dejarnos llevar por nuestros nombres. Era como si hubiera descubierto mi verdadera identidad y ya lo fastidió todo.

Después me dijo: Y tu, como buena psicóloga. A lo que contesté: Pero si sólo soy una humilde locutora de radio. Y me dí cuenta que ahí la cagué yo. Ya le había terminado de revelar otra cosa. La magia poco a poco se fue perdiendo.

Durante todo el trayecto, intentó que le diera la razón para que llamara a la chica en cuestión y le dijera que la quería y la echara de menos,a lo que yo le contradecía y medio le suplicaba, que se hiciera un poco más de rogar y que simplemente le llamara como amigo para que ella supiera que esta ahi, cuando le necesite, pero que ya el paso lo tenía que dar ella.

Después de un último saludo y un gracias, me bajé y tengo la sensación que no le voy a ver más pero que por un momento, formé parte de su vida y sus vivencias, y me sentó bien que confiara en mí en algo tan importante para una persona como es el amor.

Se perfectamente que la llamó y que con solo oir su voz, que me confesó que era lo único que quería en esos momentos, le soltó todo lo que quería soltar y ella le rechazaría nuevamente y le diría que no la siguiera presionando.

En estas cosas, tenía razón el gran actor y cómico Paco Mir, cuando dijo En cuestiones del amor, las experiencias de los demás no sirven de nada

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón del mundo...pero se puede aprender algo, casi siempre (si hay voluntad).

Suerte mañana (es miercoles...tu gran dia).

Besos.

Natileia dijo...

Muchas gracias. Esperemos que mis nervios se escondan lo suficiente para que salga bien.