martes, abril 29, 2008

Como locos...a por el oro


Como buena amante de las comedias románticas y con el aliciente que la predecesora, Cómo perder a un chico en diez días, en la que figuraban tanto el duo protagonista como su director, Andy Tennant, me hizo mucha gracia y disfruté como una enana, pensé que esta nueva película iba a tener los mismos ingredientes y me haría pasar una buena tarde.


Craso error desde un principio, en el que una historia contada a regañadientes, sin ninguna escena especialmente divertida, ni un personaje secundario digno de honor con las frases más ocurrentes, que es lo más habitual que surja en este tipo de películas y que muchas veces las salva de la quema, lo cierto es que Cómo locos...a por el oro, tiene un resultado mediocre en el que no te engancha ni los personajes, ni la búsqueda del tesoro ni los gags que forman parte de la historia.


La última hora de la película estás deseando que se acabe, sobretodo para dejar de ver esos caretos a lo Jim Carrey que el señor protagonista se marca durante todo el metraje y que aburrían hasta a las fieras.


No sólo era espeluznante la historia y su desarrollo, sino que el doblaje resultaba bastante confuso y poco apropiado, puesto que aun con no contar con las voces habituales de Kate Hudson o Donald Sutherland, los sustitutos no pegaban nada con ninguno de los actores y no resultaba nada creíble que esas voces les pertenecieran.


Tanto la confusión de voces como esa versión cutre a lo Piratas del Caribe que han pretendido sacar, me imagino que sólo le habrá salido rentable tanto al duo protagonista como al señor Sutherland y a ver si ese dinerito les sirve para meterse en proyectos mejores o al menos que tarden en coger otro bodrio como éste.


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lunes, abril 28, 2008

Foto para el recuerdo

En este fin de semana, me he llenado de alegría cuando mi tía Pili me mandó un mensaje para que descubriera esta bella foto en una página de Internet.

No sólo la foto está estupendamente hecha, sino que el protagonista es uno de mis primos que con todo el arte del mundo, agarra esa pelota de baloncesto para que su rival no se la quite, como quien guarda un tesoro.

Nada más observar la foto, recordé la misma voluntad que yo tenía a su edad para recuperar balones y correr como una bala hacia la canasta contraria para encestar un tiro que poder dedicarle a mi grandullón, que no paraba de animarme desde el banquillo.

Lo cierto era que yo salía siempre de titular, pero mi misión era más desconcertar al contrario con mi defensa y luchar por el rebote, ya que no tenía una gran faceta anotadora que suplía con mi trabajo atrás en la defensa y en los rebotes defensivos y ofensivos. Por eso, cuando voy a ver a mi Unicaja, quienes por cierto me dieron un fantástico partido este domingo, cosa que ya nos venía haciendo falta, me fijo siempre en los jugadores que no destacan mucho en los MVP, pero si que son imprescindibles en su equipo, por su labor constante que no es espectacular pero sí necesaria.

La segunda cosa que pensé al ver esta maravillosa foto, fue lo orgulloso que se tiene que sentir mi grandullón, al ver como sus sobrinos disfrutan de un deporte que ha formado parte de nuestras vidas y que no somos los únicos chalados que se desvivían por un balón de baloncesto. Esa ímpetu y energía se la logró comunicar tanto a Miguel como a Álvaro y en esa instantánea se puede comprobar, que esa ilusión dio resultado y que ellos disfrutan como enanos de este maravilloso deporte.

Me recorre una emoción muy profunda cada vez que les veo con sus camisetas de baloncesto que les llega a las rodillas y con esas ganas de coger el balón para meter una buena canasta, porque sé que desde el palco de honor en el que ahora está papá, porque ya seguro que ha abandonado la tribuna de los pobres en la que estoy yo ahora echándole mucho de menos, desde ese palco de honor es el que está animando más a sus pequeños baloncesteros y seguro que no puede ocultar su felicidad por verles jugar al B A L O N C E S T O.

Así que, hoy abro el arcón para darle las gracias a mis dos nenes grandes del baloncesto por ser los más grandes y por hacerme féliz viéndoles jugar.

viernes, abril 25, 2008

Los malos olores

Hace poco os abría el arcón para relataros las múltiples ventajas que tiene el utilizar los medios de transportes públicos en lugar del temido coche.

Pues bien, hoy me ha sucedido que he encontrado una de las razones por las que no se debería viajar en tren, autobús, caballo o medio de transporte que no te suponga conducir y sí compartir tu espacio vital con otras personas. Se trata de los malos olores.

A mi vera, se ha sentado un señor en el tren que destilaba unas pestilencias que casi no me dejaba ni respirar. En esos momentos, cada vez intentas respirar más flojito y mirando para otro lado, como si el olor se fuera por voluntad propia o tu pusieras una barrera imaginaria por la que no entra, pero cuando te das cuenta, la pestilencia ya te ha entrado hasta las entrañas.

Y ahí, ¿qué haces?. Porque estando en hora punta, si te levantas para irte a otro sitio cuando falta bastante tiempo para tu parada, te quedas de pié y a dos velas con un buen cansancio entre las piernas y si aguantas, te quedas con ese mal olor todo el día.

La suerte para mí es que el maloliente se ha bajado a medio recorrido y al menos he podido respirar una colonia pachuli que me aliviaba mejor la respiración que todo lo anterior.

Así que, como todo en esta vida, hay ventajas e inconvenientes para todo y por un día que me ha tocado pringar con eso, pues tampoco voy a cambiar de medio de transporte, ¿no?

Y otro día, hablaré de las cosas graciosas e inspiradoras de los trenes, como esa mirada disimulosa de la persona que tienes al lado para ver lo que estás leyendo o como haces el sudoku y de repente, cuando no se lo espera, la miras y se pega el susto del día necesario para despestarse del sueño matutino.

Pero eso será en próximas entregas...

jueves, abril 24, 2008

Aquí está mi niña

Bueno, a falta de un pequeño mueble para que quede medio perfecta, esta es mi niña. Mi fiel compañera, que conseguirá que el sueño radiofónico de coordinar una radio de calidad y que le haga despertar más de una sonrisa al día a la gente se ponga en marcha.

Cada vez que la manejo, la cuido como si de verdad fuera un bebé e incluso hablo con ella y le pido perdón si le hago daño o si me enfado y le digo cosas que no debiera.

Es también mi fiel amiga para desahogarme cuando no tengo a mi bichito o a mi neni delante y le cuento mis problemas e inquietudes. Una especie de arcón pero en analógico ;)

Ya estamos empezando a grabar lo que son programas pilotos para ver que tal quedan en antena y por ahora están teniendo una pinta estupenda. Me estoy sintiendo super agusto con el equipo y con la gente que estamos realizando este sueño y espero y deseo que no sea una quimera como con mis ocasiones anteriores, pero si que es cierto que respiro más aire de radio que nunca y que sobresale mucha confianza en este proyecto que es lo que hace falta junto a la ilusión para que todo marche bien y que en el futuro nos convirtamos en una referencia para los oyentes.

Oyentes a los que esperamos darles una radio, no sé si la que esperan, pero sí que quiero que sea la que tengan ganas de oir nada más levantarse de la cama porque simplemente le alegre el dia o quiera estar enterado de las cosas que decimos. El día que más espero es el que nos llame algun/a oyente diciéndonos que le gusta el programa, se divierte con nosotros y quiera colaborar en alguna de las cosas que estamos planeando.

Como decía una bonita canción de Sabina, ojalá los sueños fueran mentiras de verdad.

P.D: es de las pocas fotos en las que no salgo con una sonrisa forzada y que hasta salgo medio bien, ¿por qué será?

martes, abril 22, 2008

El embrujo cordobés

Si se lo cuento a futuras generaciones mías, nadie se lo creería. ¿Qué fuiste a Córdoba y te llovió?. Venga ya, si allí no bajan de veinte grados.

Bueno espero que ustedes, leales y fieles seguidores del arcón, me crean. Llovió lo que no está escrito ni en el arca de Noé. Pero verán, era uno de los pocos fines de semana en los que tanto mi bichito y yo íbamos a tener libertad absoluta sin ningún tipo de compromiso profesional ni personal. Así que en un arrebato de los míos, le dije que sólo había ido a Córdoba una vez en el colegio y que casi ni me acordaba de lo que ví, porque cuando eres pequeño te da igual si lo que ves es un arco de herradura o de medio punto, lo único que valorabas es te habías perdido un día de clase por ir a un sitio que estaba muy lejos.

Entonces, compramos los billetes, de tren por supuesto, llegando en un hora y lo primero que te encuentras es la oficina de turismo, cosa que no ocurre en todos los sitios que te las ves y las deseas para encontrar una mínimamente decente que te oriente.

El señor sonrisas y welcome y bienvenido, nos dio un mapa de córdoba con los horarios de los sitios y nos hicimos un medio planning que cumplimos a la perfección, sobrandonos bastantes horas para disfrutar de lo que veíamos a pesar del diluvio universal.

Bajamos la avenida de media hora, en quince minutos y visitamos una casa andalusí, la sinagoga y el alcazar de los reyes católicos, antes de una primera parada para tapear algo. Lo que más me impresionó fue lo bien cuidado y conservado que tienen el casco histórico y lo inteligentemente separado que se encuentra de lo que es el centro de la ciudad. Una separación lógica para ayudar al turismo a poder orientarse y para poder acondicionar mejor esas zonas que tienen que tener un cuidado exquisito. Córdoba tiene un embrujo especial porque fue ciudad importante durante buena parte de nuestra historia y eso lo tiene bien presente para cuidar su historia y conservarla para futuras generaciones, eso fue lo que más me gustó.

Después del receso, vimos la parte que más me recordaba a lo que estudié en el cole y en el instituto, los baños árabes y la Mezquita de Córdoba. Dos lugares en los que nada más entrar en las salas, ya aprendes y sientes como vivían en esa cultura y admiras lo que fueron capaces de realizar en su momento.

Sólo una vez sentí lo mismo que al entrar en la Mezquita, que fué cuando divisé la Victoria de Samotracia en el Louvre. Los arcos se mostraban en una hilera perfecta y perpendicular a las otras calles ante mi, con una presencia majestuosa y pude ver porqué es considerada una de las mayores glorias de la arquitectura islámica junto a la Alhambra, que será otra de mis próximas paradas.

Mis ojos no tenían tiempo de cerrarse ante tanta maravilla que divisaban alrededor. La única pega fue no poder entrar al Mihrab, pero la experiencia mereció la pena.

Comimos en un sitio maravilloso y barato cerca de la Mezquita y después nos dirigimos al lugar que recordaba exactamente que había visitado con el colegio: La torre de Calahorra. Un sitio que nos fascinó en su momento, por tener una alta tecnología, que consistía en unos auriculares enormes que al entrar en una sala se encendían y te explicaban varios momentos de la historia de Córdoba.

Cuando fuí esta vez, la fascinación se convirtió en nostalgia y en recordar como me ilusionaba escuchar voces que no sabía de donde salían pero que me enseñaban la filosofía de Averroes y el significado de los arcos de la Mezquita.

La última parada fue en el Museo Arqueológico y justo después no paró de llover de una manera abrumadora que nos hizo volver a la estación y justo al entrar, como si el tiempo se quisiera burlar de nosotros, paró de llover.

Como quedaba bastante hasta que cogiéramos nuestro tren, volvimos a bajar para degustar unos churros cordobeses, que nos comimos a la salud de una extranjera que se dejó diez bonitos euros en el suelo, y que como los ignoró de una manera aplastante, yo los acogí en mi monedero, para que no se perdieran por el camino y tuvieran un sitio mejor donde orientarse. Unos churros exquisitos con chocolate.

¿Qué estuvo mal? Ya lo sé, pero no me creo a las buenas samaritanas que dicen que hubieran devuelto el dinero, es lo que tiene vivir en una sociedad como la de ahora, que presumimos de nuestras actuaciones bondadosas que todavía no hemos sufrido pero que tenemos la autoridad divina de opinar y juzgar sobre los demás. Sé, a ciencia cierta, que todo el mundo hubiera cogido el dinero. Yo, al menos, me quedo con la conciencia tranquila que tuve el amago de devolverselo y punto.

Aparte de esta anécdota, me quedo con que por fin tuvimos una oportunidad de aprovechar en condiciones un fin de semana libre, disfrutando del embrujo cordobés de su historia que hizo nublar la lluvia que nos cayó durante todo el día.

domingo, abril 20, 2008

Una de pulmones

En breve, os relataré mi lluviosa y apasionante escapada a una ciudad patrimonio de la Humanidad como es Córdoba (con hurto incluido)y os mostraré la primera foto de la que estoy orgullosa de cómo salgo, con mi "niña" de la radio, mi mesa. Pero hoy, tras leer el artículo de Millás de hoy, he estado pensando sin descanso en mi respiración. A ver si lo consigue con vosotros.

Durante una época escribí en una revista de medicina y humanidades. Procuraba, por experimentar, dar a mis artículos un tono como de prospecto de medicina. Tuvo mucho éxito uno en el que recomendaba a la gente no tirar los analgésicos caducados en la idea que podrían aliviar, gracias a su capacidad retroactiva, los dolores de cabeza antiguos. Recibía muchas cartas de lectores hipocondríacos que me relataban sus síntomas en la convicción de que yo podía ayudarles. Conservo, entre otras, la de un ama de casa obsesionada con la idea de que si no estaba pendiente todo el rato de su respiración, los pulmones dejarían de funcionar. El síntoma comenzó en una clase de yoga que le había recomendado su médico de cabecera, cuya primera lección consistía en aprender a respirar. Ella había tenido hasta entonces muchos síntomas, pero ninguno relacionado con el aparato respiratorio. En las clases pedían a los alumnos que hicieran consciente el hecho de respirar, que imaginaran que el aire entraba de un color por las narices y salía de otro color por la boca.

Al segundo día, mientras regresaba a casa en el metro, sintió que en el vagón no había aire suficiente, o que estaba muy viciado, y tuvo que salir tres o cuatro estaciones antes de la suya. Era consciente, segundo a segundo, de su respiración, hasta el punto, aseguraba, de que si dejaba de pensar en ella, dejaba de respirar. Sobra decir que apenas dormía por miedo a asfixiarse y que empezó a utilizar por su cuenta y riesgo un broncodilatador del que se servía sin medida alguna. Su carta tenía un poder de sugestión increíble, pues mientras la leía yo mismo notaba que me faltaba el aire si dejaba de pensar en los movimientos de los pulmones. De otro lado, describía muy bien sus noches angustiosas en la cocina de su casa, observando atentamente su respiración y los números luminosos del microondas. Aunque su marido y sus hijos le preguntaban si le ocurría algo, ya que tenía cara de susto todo el rato, ella lo achacaba a las jaquecas.

Esa noche soñé que si no respondía a aquella carta agobiante, moriría asfixiado. Soy un poco supersticioso, de modo que decidí escribir a la mujer dándole unos consejos de trámite, para aliviar mi mala conciencia. Lo curioso es que mientras el bolígrafo se deslizaba por la cuartilla, mi respiración mejoraba de manera notable. Me pareció increíble que, habiendo respirado toda la vida, no me hubiera dado cuenta hasta aquel instante de lo importante que era hacerlo bien. El aire se había convertido de súbito en un producto de gourmet. A veces, me detenía a respirar como el que hace un alto en su trabajo para tomar una copa de cava con un montado de caviar.

Una fotografía. Eché la carta al correo y ahí quedó la cosa. A los pocos días me olvidé de la mujer y volví a respirar de forma rutinaria. Pasados unos meses, recibí a través de la revista la carta de un hombre que se identificaba como el marido de aquella mujer. Me contaba que su esposa había muerto de un enfisema pulmonar y que al recoger sus cosas había visto mi carta entre sus pertenencias. Me agradecía los "consejos pulmonares" que le había dado a su mujer y me enviaba también, absurdamente, una fotografía de ella. Calculé que tendría unos treinta años. Su rostro era afilado y enormemente atractivo. Se trataba de una foto de carné, con la marca de un sello, como si hubiera sido arrancada del pasaporte o de un documento semejante. La mujer estaba seria y tenía los labios entreabiertos en una expresión de ansiedad. Lo suyo hubiera sido que me desprendiera de la fotografía, y de la carta, pero un movimiento supersticioso me obligó a guardarla en una caja donde meto las cosas que no me interesan, pero de las que me da miedo desprenderme. A veces, me venía a la memoria la expresión "consejos pulmonares" de aquel hombre y notaba en la boca un gusto raro, como el que siento en el mercado al pasar por delante de la casquería. Escribí varios artículos sobre la respiración pulmonar para ver si se me quitaba la idea de la cabeza y lo cierto es que con el tiempo me olvidé de la mujer, de su marido y de los pulmones.

Un año o dos más tarde, revisando papeles antiguos para hacer una limpieza, tropecé con la fotografía de la mujer. No me atrevía a tirarla, pero tampoco quería dejarla en la caja de las cosas que asustan, de modo que le hice un hueco en el álbum familiar. Hace unos días mi mujer estaba ordenando las fotos de nuestro último viaje y descubrió la de la mujer que no respiraba bien. Quién es ésta, preguntó. No tengo ni idea, dije. Tras contemplarla unos segundos, la dejó dentro del álbum, por si fuera alguien.

viernes, abril 18, 2008

21 Black Jack


Entretenimiento puro y duro a ritmo de Black Jack. Una nueva película en la que un mentor descubre en un jovencito tímido a una mente prodigiosa para conseguir dinero en el Black Jack y aprovecha sus conocimientos para ese fin.


Un argumento muy usado pero que utilizado en una película con una buena historia y llevada a buen ritmo, hacen que sea un buen resultado para disfrutar de una tarde o noche de cine.
Los amantes de los juegos de cartas y de la simbología de Las Vegas, se entusiasmaran con este equipo que tras unas marcas y señas de contar cartas, se adentran en todos los casinos, haciendose de oro a costa de los torpones que juegan en las mesas.


Todo ello, aderezado con el espíritu de la lógica y las matemáticas y que se pueden conseguir las cosas si uno no se deja llevar por sus emociones. Esa es la clase que Kevin Spacey imparte a sus discípulos y que como genial actor que es, el papel le queda de lujo y resulta muy convincente, sin que llegue a la pedantería de los grandes actores.


Los protagonistas más jóvenes quizás no sean cosa del otro mundo, pero no les hace falta al dejarse llevar por Spacey y por esa buena historia que nunca descansa y que aunque suena a visto, lo cierto es que se deja ver con mucha intensidad y como ha sido mi caso, sorprende bastante su final.


Una buena opción entretenida que recupera el cine de intriga en los casinos y te deja con buen sabor de boca y con una buena mano para jugar.


A ganar, a ganar, pollo para cenar¡¡¡

jueves, abril 17, 2008

Rebobine, por favor


Esta es una película que clama a la nostalgia. A todas aquellas pequeñas cosas que formaban parte de nuestra vida y que terminan evolucionando en objetos imprescindibles en la actualidad para nosotros, como puede ser un móvil, pero que mucho antes ya nos eran lo más de lo más.


Ver en una película los VHS bien colocaditos en una de esas tiendas cuya máxima novedad era tener chucherias en la mesa donde estaba la caja, donde podías ver todos los títulos de tus películas favoritas a golpe de vista y en una carcasa grande para poder contemplar a la perfección tanto el argumento como los carteles promocionales.


Otro bonito detalle nostálgico es nombrar a aquellas películas míticas, que obviando su calidad, son con las que crecimos, sentimos miedo, nos enamoramos, nos emocionábamos con sus personajes y que hoy en día, son las que más valoramos por lo que significaron en su momento.


Todo este ejercicio nostálgico se desarrolla gracias a un genial guión de Michel Gondry, por quien no daba ni un duro después de aburrirme hasta la saciedad y volverme un poco loca con Olvídate de mí y en esta ocasión, logra llamar mi atención desde el primer momento recurriendo a unos personajes que se parecen demasiado a nosotros o de los que envidiamos su locura a la hora de volver a reversionar viejos clásicos como los cazafantasmas.


Me encantaba escuchar por ejemplo a mi novio, como recordaba las escenas que los protagonistas estaban volviendo a grabar con su vieja cámara, y cómo les reprochaba que eso no era así y que tenían que haber incluido esto y no lo otro. Cuando consigues esa involucración con una película, merece ya la pena haber ido a verla.


Jack Black recupera un papel de friki normal, sin exagerar para nada en sus gestos, cosa que le agradezco y Mos Def interpreta a la perfección a ese palurdillo buenazo que siempre quiere hacer lo correcto para corresponder a la ayuda que siempre le han dado de pequeño. Lo que ocurre es que al tener un gran guión a sus espaldas, su trabajo es bueno pero no destaca ante lo que están contando.


Pues eso, si te sentiste mal ante la transición del VHS al DVD, no dejes de rebobinar, por favor. Y dale una oportunidad a esta película.

martes, abril 15, 2008

Gente de mala calidad

Siendo una de las películas que más esperaba, fue la que más me decepcionó. Me reafirmo en no dar segundas oportunidades a directores que ya me han hecho dudar con su segundo trabajo, por mucho que aparezcan mis dos actores favoritos del cine español.


Si, amigos y amigas, si llego a saber que Juan Cavestany era el creador de aquella íncreible película llamada El mundo de Borjamari y Pocholo, más de dos veces me hubiera pensado ir a verla. Pequé de ingenua y únicamente me entusiasmó el poder ver en las mismas escenas a Maribel Verdú y Alberto San Juan.


No puedo contaros porqué no me gustó la película, porque para eso habría tenido que entenderla y no lo conseguí. La única sensación que me quedó era ver una panda de pringados que se vuelven a reencontrar después de que Alberto San Juan volviera de una Irlanda a la que nunca fué y mostrarnos cada vez más sus miserias y sus incongruentes diálogos, a cada cual menos consistente.


Y después de todo este "sin sentido" de película, nos ofrece un final no sé si llamarlo abierto o incomprensible, que te deja peor que cuando empezó la película.


Así que me quedaré esperando a una nueva colaboración de estos dos actorazos de la que pueda presumir, porque de esto no puedo rescatar nada, hasta el nombre que le ponen a la Verdú es horrible: Osiris. Me daban escalofríos cada vez que lo escuchaba.

8 citas

Otra de las sorpresas del Festival, fue esta cinta que recopila historias corales sobre diversos aspectos del amor y que previsiblemente se encandenan juntas al final.

Eso es lo malo de 8 citas, mientras se van desarrollando esas historias, lo ves cada vez más claro que todos se conocerán en el desenlace y que entre ellos existen uniones de diverso tipo, que hace que todas esas historias se queden en una.

También tiene su riesgo el hecho de que todas las historias tengan que mantener el mismo nivel de interés, puesto que al contar cosas sobre el amor, ya casi todo está dicho y redicho y es difícil sorprender al espectador, y es algo positivo de resaltar que en la mayoría de ellas lo consiguen.

Y lo hacen utilizando como reclamo a actores muy conocidos, mezclados con algunos que no tanto, que al resumir su protagonismo en pocos minutos, puedes darte cuenta de los que brillan en la pantalla en esos escasos instantes y los que no tanto, también.

Aunque sean muchas historias, el ritmo se hace bastante ágil y por ello uno no se cansa de ir descubriendo que nueva historia nos depara. Esto compensa la mala sensación de visionar cosas ya muy vistas, que no sorprenden y de las que ya nos han hablado en otras películas.

Aun así, para ser una primera película de Peris Romano y Rodrigo Sorogoyen, no supone un mal comienzo, dio mucha vida al Festival de Cine de Málaga y creo que puede dar mucho empuje a la taquilla española. Habrá que estar atentos a la evolución de estos dos autores.

lunes, abril 14, 2008

Enloquecidas

El arcón se abre ante mi sorpresa de este Festival de Cine de Málaga, siendo además la última opción que elegí para ver puesto que me llamaba la atención por su plantel, pero me temía que se volviera a repetir lo de siempre con el tandem Iborra-Forqué-Abascal.

Esa última decisión final me permitió ver una película muy divertida, cargada de esa ironía que siempre recalco que falta en nuestro cine español y que le daría gran brillantez a las comedias y por supuesto, un desarrollo muy ágil llevado a la perfección por el trío protagonista que no para de depararte sorpresas.

Al contrario que en Fuera de carta, no se busca la frase fácil y brillante para lograr la carcajada, sino que nos sumerge en muchos mundos conocidos de los que nos reímos por sus exageraciones pero a la vez porque son reconocibles.

En un primer mundo, está la historia principal. Verónica Forqué interpreta a la tía pesada de Silvia Abascal, que se preocupa excesivamente por ella y quiere saber siempre donde está, cuando su sobrina le cuenta que necesita encontrar al tío con el que se ha acostado porque es el amor de su vida, no duda en acompañarla en las más delirantes situaciones para hacerla féliz.

De esa búsqueda sale el segundo mundo, puesto que decide enmarcarse en esta aventura, porque su propia vida es rematadamente aburrida, ya que es la mujer del concejal de obras públicas y se pasa el día asistiendo a inauguraciones. Una nota curiosa es que durante todo el desarrollo de la trama, siempre pasan por dificultades debido a las obras que tiene en marcha el marido de la protagonista. Un toque ingenioso que le da mucha más vida a la película.

Y no me puedo olvidar de Concha Velasco porque llena toda la pantalla con su magistral interpretación de una actriz famosa por interpretar siempre el mismo papel, en el mismo teatro y al igual que la Forqué, necesita ayudar a la sobrina porque supone hacer algo diferente que le reconforta.

El peso de la película lo llevan a la perfección ellas tres, con sus personalidades bien diferentes y sobretodo destacan los inmensos líos de los que tienen que salir, aunque una como espectadora querría que no salieran nunca para seguir riéndome de la manera que lo hice.

Una locura muy recomendada para pasar un buen rato y que creo que será del agrado de las que también estamos enloquecidas por algo.

sábado, abril 12, 2008

Fuera de carta

Una película claramente para satisfacer a la inmensa audiencia que cosecha la serie Aída, lógico y normal puesto que los guionistas son los mismos.

¿Qué es lo que ocurre? Que para los que no somos seguidores y no nos gusta ese tipo de humor, la película se nos presenta llena de topicazos, que adivinamos enseguida cuál va a ser la solución de los chistes que se plantean, y que la mayoría de esas lindezas rozan en muchas ocasiones, el mal gusto.

Durante la proyección en el Festival de Cine de Málaga, la sala no paraba de reirse, cosa buena porque es el objetivo fundamental que buscan los creadores, pero sin embargo, a mi me quedó el mal sabor de boca de que el público se conforma con las gracietas de toda la vida, usando las calificaciones de siempre hacia los homosexuales o hacía las mujeres que aún no han encontrado el amor. Es decir, que creo que la comedia puede llegar a mucho más que quedarse en lo simple que ya cansa aunque a la mayoría le haga gracia.

De hecho, he podido ver una comedia exquisita y extraordinaria que ya comentaré cuando nuevamente abra mi arcón, en la que brilla por su originalidad, mostrando una manera diferente de hacer reír a la gente.

Volviendo a Fuera de carta, me gustaría rescatar a un genial Javier Cámara, que para mí es el único que no se queda fuera de la carta, porque su brillantez y su poco sentido del ridículo consiguió que me divirtiera en cada una de sus escenas y revaloriza que es uno de los mejores actores que tenemos en nuestro país.

Ya sábeis si sois de los fanáticos de la Machi, no os la podéis perder y los que no, mejor que no acompañéis a los que quieran verla.

jueves, abril 10, 2008

Cobardes


Creo que es de los mejores títulos que se le ha puesto a una película. Refleja sin ningún tipo de duda, lo que son esos seres cuyo único objetivo es jorobar la vida de los demás, porque tienen una vida insulsa y aburrida y necesitan fastidiar las ajenas para sentirse mejores.


Ante esta película que es una de las favoritas a ganar en el Festival de Cine de Málaga, lo cierto es que yo esperaba un valor de reivindicación social muy alto, ya que el cine español siempre quiere llevar este tipo de iniciativas con un valor de crítica muy especial, por lo que parece que es reconocido en nuestras películas. Sin embargo, desde el punto de vista de una persona, que no ha sufrido acoso escolar en la época de los móviles, pero si ese acoso psicológico por ser diferente a los demás y por querer estudiar para sacar buenas notas, que puede hundir con unas míseras palabras a una persona débil.


Esos cobardes están bien retratados en la película, aunque el entorno en el que se mueve el protagonista acosado no resulta del todo creíble. De entrada, la chica guapa del colegio no le importa salir con él y que le vea todo el instituto, cosa que sabemos de sobra que en la vida real, no sucede.


Además añaden una historia paralela con un personaje que se supone que le sirve al niño protagonista de guía y de asesor para superar esa dificultad con los cobardes, que no tiene ningún sentido y despista bastante respecto a la trama principal de la película.


Destacan muchísimo las interpretaciones tanto de Elvira Mínguez, a la que ya descubrieron los directores Corbacho y Cruz en su anterior película, Tapas y un Lluís Homar, que sigue siendo uno de los grandes del cine español, uno de esos actores que captura la pantalla y no puedes apartar tus ojos de sus escenas y de cada uno de sus movimientos, y sobretodo interpreta a la perfección la maldad de su personaje.


Yo creo que tanto Corbacho como Cruz debían haber ido más allá y no quedarse con la sensación light con la que salí yo del cine. Buscar una denuncia más acusada de la gran culpa que tienen los padres de esos cobardes, mirar también que muchas veces los niños no son débiles porque sus padres también lo sean, sino que adoptan esa postura a raíz de esos acosos en el instituto...
En definitiva, haber ahondado más en el tema, aunque en general el mal trago que pretenden general, el espectador se lo lleva y es un buen inicio para poner este gran problema donde se merece.


Hay dos escenas a resaltar que resumen la gran labor como directores y guionistas de Corbacho y Cruz. Una en la que Lluís Homar explica a carcajada limpia y sin pensar en lo más mínimo en lo que está diciendo, como le ponían el mismo mote que su hijo le pone al protagonista a uno de su clase. En ese momento lo entiendes todo. Con esa simple escena y esa manera de reirse. La otra es una conversación de la directora al conserje en el que le explica lo que los padres piensan que es el colegio para sus hijos y la labor de los profesores, comparándola con un parking.


Y no me quiero olvidar que el final es bastante sorprendente, te guste o no te guste. Sorprende mucho. Y que fue un gran detallazo por parte de los directores, pasarse por nuestro cine a presentar su película, ya que decían que era su obligación ya que al igual que los enchufados que la vieron bien sentaditos en el mejor teatro de Málaga, nosotros también hemos pagado nuestra entrada y querían compensarnos. Muchas gracias.


Leer critica de Cobardes en Muchocine.net

martes, abril 08, 2008

Abrumada por el Festival

Siento haber abandonado mi arcón tanto tiempo en la buhardilla, pero en estos días la cama le ha ganado el terreno al teclado y no he podido narraros las experiencias que estoy viviendo en mi Festival de cine de Málaga.

El domingo tuve la oportunidad de ver dos películas, aunque simplemente me voy a explayar en una.



Como antes de irme a Barcelona, la sala donde empecé a disfrutar de una de las mayores joyas que debemos conservar de nuestra ciudad, que es este Festival de Cine, fue la Sala Albéniz. Es una de esas salas antiguas que conservan su encanto, aunque de tanto que me estoy acostumbrando a la comodidad, también porque se paga un auténtico pastón para ver una película de cine, me resulta bastante incómoda. Los asientos no están alineados adecuadamente con la pantalla y no hay espacio de una fila a otro para estirar las piernas.



¿Qué es lo que ocurre? Que al encontrarnos en un marco tan especial, de esas pequeñeces ni te das cuenta. Y sólo merece la pena disfrutar del apagón de luces y lo que hay en la pantalla.



La primera prueba de fuego no fue ninguna de las películas que compiten en la sección oficial, sino un largometraje del espacio de ZonaZine, en la que se proyectan algunos de los filmes que seguramente no tendrán cabida en la cartelera nacional. Y ahí, tanto mi nene como yo, disfrutamos de 3:19.


La primera sensación es desconcertante. Al ser la primera película, yo no sabía si habría trailers al comienzo, y la presentación de esta película es como la promo de una productora, con el fondo estrellado en el espacio (sino daros cuenta de la mayoría de productoras y sus logos y contad con los dedos de una mano, las que no tengan estrellitas o el espacio al fondo), y no te das cuenta realmente de cuando ha comenzado la película, hasta que ves a Félix Gómez y Miguel Ángel Silvestre, manteniendo una conversación todavía ininteligible.

Esa misma sensación, se tiene hasta la última hora final, puesto que se intercalan continuamente una historia de animación muy diferente a la historia de los protagonistas de carne y hueso, pero que las filosofías que se cuentan en ambas historias, sí que tienen que ver.

El problema es que la primera hora de película resulta larga y tediosa porque no logras cuadrar lo qué estás viendo y es fácil perder el hilo, en cuanto llegan las primeras explicaciones y lógicas, ya te metes de lleno en el argumento y no puedes salir de él, sin resolver la incertidumbre de lo que va a suceder.

Escuché muchos suspiros durante buena parte del metraje, cosa lógica porque al espectador no le puedes pedir que aguante tanto tiempo hasta resolver el enigma que se le plantea con tantos cambios a la historia animada, frases inconexas sin sentido, y quizás la clave hubiera sido explicarlo, un poco antes de cuando se hace en la película.

Obviando esto, nos encontramos ante la historia de una persona que pasa de tener miedo a morir, a querer cumplir sus sueños y asumir su propia muerte. Me dolía que él era la persona que animaba a los demás, cuando él es el enfermo de cáncer, pero nadie era capaz de ponerse feliz delante de él y no mostrar sus verdaderos sentimientos.

A esto se le añade una pizca más de ternura, cuando conoce a la verdadera chica de sus sueños, aunque ella ni sepa quién es él, y decide que su última voluntad es grabarle un CD y que sus mejores amigos se lo den cuando él muera.

La moraleja final tiene que ver con las casualidades. Un mensaje precioso que nadie se cree en uno de mis géneros favoritos que son las comedias románticas, quienes por cierto son muy criticada en 3:19, y que en cambio en esta película te lo quieres creer, porque esas casualidades hacen que la vida de estos personajes fluya mucho mejor y vivan emociones apasionantes.

Para los que no tenemos fe, este mensaje nos cala hondo, porque muchas veces nos da envidia la gente que cree en cosas porque sí y pone toda su voluntad en ella, cosa que yo, por ejemplo, no puedo porque no me gusta buscarle explicaciones a las cosas, creo que ocurren porque sí o porque uno las provoca con sus decisiones, no porque sean cosas del destino.

Entonces, llega este tipo de películas que cuestionan que pueden existir las casualidades y que hay que aprovecharlas. Un tipo de filosofía de vida que a mucha gente en la situación del protagonista le podría ayudar a superar su enfermedad de la forma más digna posible, no digo en todos los casos, pero puede ser que en la mayoría si.

En resumen, un genial comienzo en el que no destacan mucho las interpretaciones porque lo clave es el mensaje que transmiten y se agradece algunas perlitas de humor que despiertan una carcajada después de provocar un sincero llanto, porque eso forma parte de nuestra vida.

Y sí, uno de los protas es el famoso Duque, pero yo no fuí a verla sólo por él, ¡Que conste!

Leer critica de 3:19 en Muchocine.net

viernes, abril 04, 2008

Mi amiga, la mesa















Esta exactamente no es, pero en cuanto esté terminada y bonita, no dudaré un segundo en mostraros a mi niña.

Mi fiel compañera que será la causante de que se escuche mi voz en toda Málaga, que salga nítida y presentable y hasta agradable, y que me permita acompañarla de buena música y que sea el reflejo de esa radio que esperan todos los malagueños.


Hoy la he visto nacer, le iban colocando cada una de sus piececitas con mucho cuidado, ha ido creciendo y está a punto de alcanzar la madurez. Aún le quedan muchos pasos por andar y a partir de mañana, nos vamos a ir conociendo.


Me va a permitir que aprenda con ella, que me equivoque y aprenda de nuestros errores con ella, que a veces me desahogue de una manera que ella no entenderá y que nos frustraremos, pero que al final daremos con la solución. En fin, una relación muy cercana y afectiva, en la que llegará un momento que sólo con un gesto nos entendamos, como ocurre con las buenas amigas de carne y hueso o con los amores de verdad.


En un momento dado que los técnicos estaban colocando otra cosa y yo la he visto ahí, enfrente mía, no he podido evitar colocarme delante, sin estar todavía todo lo comodamente que me pondré, pero al menos rozarla y sentir que me dejará que la maneje.


Cuando ya me haga con ella, todo cambiará, el mundo de la radio volverá a escucharme y a dejarme que se oiga mi voz de la manera que siempre he soñado: con mucha calidad, diversión y profesionalidad.


Toda la gente que ha estado trabajando en este proyecto, merecen una alfombra roja como la que pisarán mañana, muchas de las estrellas que protagonizarán el Festival de Cine Español de Málaga. Porque todas ellas han puesto el granito de arena necesario para que el proyecto funcione y no han dudado ni un segundo, en confiar en mí, y en mostrarme en todo momento su apoyo y fundamentalmente, su ayuda.


En estos momentos, no me siento perdida y mucho menos sola. Me siento respaldada por un gran equipo que están haciendo lo posible porque me resulte lo más comodo posible y me han dado uno de los mayores regalos que hacía tiempo que no conseguía: confianza. Algo fundamental para sacar en mí esa ilusión infantil de cuando era niña, que me permite trabajar sin olvidarme nunca de hacerlo con rigor, pero siempre con esa mentalidad de descubrir cosas y de hacer algo nuevo que atraiga a la gente y que haga que, por un momento, decidan dejar a un lado el televisor y entretenerse con nosotros a través de las ondas.


Ya queda menos para que eso ocurra. Dentro de poco, os pondré enseñar a mi amiga real, la mesa. Que ganas.

miércoles, abril 02, 2008

Ahora, Elvira Lindo

Cuando al poner la radio o la televisión me atormentan con un tema de sucesos durante toda una semana, como si este tipo de casos no se produjeran nunca y en este momento es importante denunciar por cuestiones morales o simplemente que ganan audiencia, me pongo de los nervios. Este tipo de cosas serían mi respuesta a qué es lo que me gusta menos de mi profesión.

Parece como si nunca hubieran existido los maltratos a mujeres, los acosos escolares o las violaciones a menores. No, ahora de repente, el caso de la pequeña Mari Luz, debe ocupar todas las portadas por la incompetencia de la administración, cosa que no niego, y eso es lo que me indigna porque ya dada la noticia y el alcance que tenía, ya está. Nada de buscarle tres pies al gato. Hasta que no se conozca la sentencia definitiva, todo lo demás, sobra y sólo sirve para hacer más daño a una familia que ya ha sufrido bastante.

Ante estas situación siempre busco una voz que se distinga de lo que siempre se escucha y me de ese punto de vista necesario que me faltaba por averiguar. Os lo dejo de la mano de Elvira Lindo:

OTRAS VÍCTIMAS


Mari Luz. Más valdría contener a ese gentío que se apresura a esperar al asesino a las puertas de los juzgados con una piedra en la mano y alentar, sin embargo, a esos otros ciudadanos que, sin violencia pero con tozudez, reclamarán a la justicia el compromiso de que se va a tratar de corregir esta inexcusable sucesión de torpezas. Los vídeos domésticos en los que aparecía esa criatura diminuta y llena de gracia se han convertido en el testimonio desolador de un porvenir que ya no sucederá. Pero dejando claro que la víctima irrecuperable de cualquier historia es quien pierde la vida, en este caso la niña Mari Luz, hay otras víctimas que vivirán el resto de su existencia marcadas por un siniestro individuo que perpetró sus fechorías con una inexplicable libertad. Es de suponer que esas otras víctimas habrán tenido estos días un sabor amargo en la boca. Para empezar, los hijos del asesino -sobre todo la niña, de la que el padre abusó con la complicidad de la madre- que por fortuna hoy viven en manos de otros padres, pero que van a sufrir de por vida el peso de sus orígenes, por mucho que sean protegidos por el anonimato que les proporciona la ley; en segundo lugar, aquel profesor de educación física al que este sujeto tuvo la sangre fría de acusar de haber abusado de su hija para ocultar así su propio delito. Este pobre hombre estuvo bajo sospecha casi dos años y, aunque se haya alegrado de que por fin el pájaro está en la jaula, nadie podrá compensarle por todo ese tiempo en que fue observado por sus paisanos como autor de un delito que no había cometido. No hay angustia más grande que la del que no ha hecho nada y ve puesta en duda su inocencia. Todos ellos deberían ser compensados. Pero como no será así, crucemos los dedos para que al menos funcionen los bancos de datos y las funcionarias no estén de baja.

La noche es nuestra


Esta película es una nueva muestra de que en la actualidad se puede seguir sabiendo hacer auténticas delicias de cine negro. Incluso aunque la historia no presente nada original, su fuerza radica en el planteamiento estético y el ritmo que no descansa y hace que el espectador no se aburra, aunque ya conozca los acontecimientos que van a suceder.


Al igual que en la anterior película del mismo director y con los mismos actores principales, nos encontramos con un enfrentamiento inicial, en esta ocasión de dos hermanos, que aunque nacidos bajo el mismo mundo policial, uno decide actuar fuera de la ley y el otro meterse de lleno. El conflicto surge cuando ambos mundos se enfrentan directamente, cuyas consecuencias fatales provocan que al final, los dos hermanos que antes no se podían ni ver tienen que actuar juntos.


Todo esto bajo una magnífica dirección en la que se plantean diferentes escenas con muchos juegos de sombras y primeros planos, que hacen que una mera escena se contemple con mucho entusiasmo y viendo esos detalles faciales y de movimientos ante la cámara que asombran por su cercanía y la forma en que se presentan.


Un drama muy bien interpretado por un genial Joaquin Phoenix que asume el protagonismo absoluto por la dificultad de su personaje, que aunque ya lo hayamos visto en varias ocasiones interpretar a personas enganchadas en el mundo de la droga, siempre consigue darle un perfil diferente e interesante para la historia. Le acompañan un siempre genial Mark Wahlberg pero aquí, no puedo ser imparcial por mi preferencia obvia hacia este gran actor. Un Robert Duvall que simplemente con su presencia llena la pantalla, de la misma forma que Gene Hackman o Dustin Hoffman y que sirve de intermediario para las historias y de reflejo para cada uno de los sentimientos que se reflejan. Sin olvidarme de una Eva Mendes, que cambia de registro completamente y de una manera muy digna aunque parezca un mero personaje secundario.


Una película que se deja llevar por la intensidad de las emociones y por reflejar un cine negro muy peculiar, cuya única pega puede ser que ya ha sido visto en otras ocasiones pero no por eso deja de ser una buena historia, porque está muy bien contada e interpretada.

martes, abril 01, 2008

Doy paso a la gran Almudena

Hoy como no me ha pasado nada interesante que contar y me he encontrado esta belleza de artículo de la mano de Almudena Grandes, os lo dejo para que reflexioneis tanto o más como lo estoy haciendo yo:

¡Milagro!

Se abre el telón: yo necesito contratar a un trabajador. Lo necesito para que desempeñe una tarea en mi beneficio, para que mi negocio crezca, para que mejoren mis expectativas de futuro, es decir, para lo que cualquier empresario contrata a un trabajador. Ahora bien, yo lo selecciono, lo contrato y me beneficio de su fuerza de trabajo, pero no le pago, eso no. Porque a mi trabajador, le paga el sueldo usted.

Usted le paga el sueldo y, por descontado, la cuota de la Seguridad Social. Mi trabajador, que trabaja para mí, en mi exclusivo interés, sin costarme un céntimo, tiene las mismas obligaciones que los demás, pero no disfruta de los mismos derechos, pues no faltaría más. A mí no me interesa que su contrato sea indefinido, y por tanto impongo la condición de renovárselo, o no, cada año, según me convenga. Por supuesto, para mantener esta exigencia es imprescindible que no le reconozca la antigüedad, ¿no? Pues no se la reconozco, y andando. Como, por otra parte, me reservo el derecho a decidir por mi cuenta los criterios que regulan los despidos, consigo que todos sean procedentes, medida muy ventajosa que me permite ahorrarme las indemnizaciones después de haberme ahorrado los sueldos.

Se baja el telón: ¿quién soy yo? Por si necesitan alguna pista, les diré que, aunque parezca mentira, no estoy fuera de la ley, por más que en mi país existan sindicatos, convenios colectivos, magistraturas de Trabajo y una legislación que protege los derechos de los trabajadores. De todos menos de los míos, claro está. ¿Qué, hay alguien que todavía no ha caído? Exacto, yo soy la Iglesia católica española, y mis empleados, los profesores de religión. Y a propósito de religión... Después de este resumen de la sobrenatural, casi divina naturaleza de mi gestión, a ver quién es el listo que se atreve a decirme que los milagros no existen.