domingo, septiembre 28, 2008

El juego del ángel

Que pena haberlo acabado ya. Una alegría para mi pobre madre que lo esperaba como agua de mayo para leerlo, pero a mí me ha dejado un vacío profundo y unas tristeza inmensa al terminar la última página del epílogo.

Mira que tengo libros interesantes que me han dejado absorta, pero éste se lleva la palma. No había día que no tuviera ganas de ponerme mi cojín de leer y encender mi lámpara de noche para disfrutar de todos los capítulos de este maravilloso libro.

Como ya os adelanté en una de las anteriores veces que abrí el arcón, Ruíz Zafón logra superarse a sí mismo, en la manera de confeccionar la historia, en la manera de hilar "La Sombra del Viento" con "El juego del ángel", que manda narices la forma tan espléndida para que el lector averigüe en qué momento de las dos historias nos encontramos y sobretodo un comienzo y un final intrigantes, emocionantes y magistralmente bien escritos.

Al principio, nos presenta al protagonista en primera persona, David Martín, un escritor que durante la mayor parte de la trama, sientes cómo si te estuviera hablando el propio Ruíz Zafón de su propia experiencia y prefiero no comprobar si eso es así y quedarme con la intriga.

La historia vuelve a presentarnos a personajes de lo más variopintos cuyas inquietudes nos hacen reflexionar sobre nuestra propia vida y cómo nos comportamos ante dudas y peligros que tenemos todos los días. Cómo siempre, también cuenta con unos diálogos de lujo, sobretodo entre el protagonista y su ayudante, a cada cual más divertido y emocionante.

Y vuelve a trasladarnos a una descripción absolutamente majestuosa y acertada de una Barcelona, siempre presente en sus historias, que conjuga a la perfección con los misterios y el desarrollo de los acontecimientos que se suceden en "El juego del ángel".

No hay cabida para el aburrimiento, sólo ganas de seguir descubriendo los nuevos misterios que rodean a David Martín y volver a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados para que forme parte nuevamente de nuestro pensamiento y nuestra memoria.

Quizás la única pega sea un intermedio algo denso, con alguna que otra explicación liosa pero en cuanto se llega al final, esto se perdona y sólo queda la posibilidad de nuevamente volver a esperar que el imaginario de Ruíz Zafón fluya de nueva y nos sorprenda con otra inquietante historia.

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