domingo, noviembre 16, 2008

Ya tengo el disco de Tontxu ¡¡¡

Gracias a la amabilidad y el buen hacer de mi jefe madrileño, ya tengo el nuevo disco de Tontxu, En el nombre del padre, donde denuncia el mal hacer de algunos jueces que no buscan el bienestar de los niños a la hora de otorgar la custodia compartida en casos de separaciones o divorcios. Un tema que al cantautor le ha tocado de cerca y como siempre dicen que se escribe y se canta mejor cuando te ocurren cosas negativas, pues ha decidido aprovechar ese momento para sacar este trabajo, del que me gustaba más su título inicial, En el nombre del padre, del hijo y del espíritu canto, pero por cosas de las discográficas se ha quedado así. En cuanto tenga la oportunidad de escucharlo, os comento que me ha parecido, pero ya los adelantos que le escuché en el concierto que dio en Fuengirola, ya apuntaba buenas maneras.

Hablando de otra cosa, me he enterado que esta semana la gran Duquesa de Alba ha solicitado otro nuevo secuestro para mi revista favorita, El Jueves, porque se ha sentido ofendida por su portada. Reitero lo que dije en su momento con la imbecilidad de los príncipes, las portadas son sólo un pequeño adelanto de las muchas ironías y chistes que contienen en su interior, me da la sensación que la alta realeza se aprovecha de su condición para ponerse en el candelabro, como diría mi amiga la Mazagatos, porque sino no se explica que no se hayan quejado en anteriores ocasiones con los constantes chistes que aparecen en el interior de la revista. En fin, sigamos preocupandonos de callarnos la boca a los que no nos gusta el poder establecido en lugar de mirarnos un poco el ombligo a ver qué podríamos hacer por los que más lo necesitan. Sigamos así. Y deseo con todo mi corazón que no nos quiten nuestra única plataforma de expresión como es El Jueves.

Y acabo con algo feliz, tuve la oportunidad de ver a Agustín Jiménez en el Teatro Alameda este pasado fin de semana junto a su mayor admirador que es mi bichito. Demostró con su actuación la gran diferencia de leer un libro de monólogos a verlos representados, porque ganó nuestras risas con un gran carisma, con sus gestos, con la manera de articular las palabras, que es muy importante y lo se yo que me dedico a ello, pero sobretodo lo bien descritan que estan cada una de las situaciones que representaba y como lograba conseguir una empatía magnífica con el público.

Y como no, hizo ese emblemático monólogo del Macho Ibérico, que para él tiene que ser curioso que le reconozcan por ese monólogo igual que a un cantante por una canción o a un actor por una frase de película, pues Agustín, sin lugar a dudas, es nuestro macho ibérico.

Muchas gracias por esa jartaera de reir que nos pegamos y si tenéis la oportunidad de verlo, no la desperdicieis porque es realmente bueno en su terreno y os servirá para huir del mundanal ruido.

sábado, noviembre 15, 2008

Red de cosas arconeras



Quisiera anunciaros que ante mi avalancha de trabajo semanal y que dispongo de poco tiempo por las noches para relajarme un poco y abrir este arcón, he decidido subirme a mi buhardilla particular los fines de semana, a no ser que entre semana tenga que revelaros algo sumamente importante, pero como veo que por ahora entre semana, no soy persona para ponerme delante de este ordenador, pues prefiero hacerlo los fines de semana tranquilita y así contaros muchas más cosas.

Dicho esto, comienzo por revelaros que aunque atareada de trabajo radiofónico estoy contentísima porque la radio cada vez avanza más y empieza a coger la forma que pensamos en principio. De hecho, el gran paso que hemos dado esta semana es que se nos puede escuchar por internet, así como lo oís, simplemente pinchando aquí, podéis descubrir la voz de una servidora todas las mañanas de 9:00 a 11:00, los jueves a las 19:00 hago un programa de actualidad musical, que se repite los viernes a la 13:00 y los viernes hago también uno de cine que se repite los lunes a la 13:00.

Mucho trabajo que en ocasiones me desespera porque como bien sabeis, los jefes te lo mandan todo al momento y solo estas tú, únicamente tú, para resolver todo ese barullo y al final de la semana explotas, porque ya no puedes más. Últimamente mis viernes son de lo más desesperado y no se porqué, tendría que ser mi día más feliz, pero creo que aprovechan ese mínimo día de felicidad para demostrarme que me equivoco y que todos los días tienen que ser chungos de trabajar y hacer cosas. Mi amigo Antonio, del bar (que ya sabéis que al lado de las radios siempre hay un bar y bueno, además), ya me bautiza como "la chica de los viernes tristes". Y por cierto, también estoy triste porque no me ha tocado el jamón y el queso que daban esta semana, espero que al menos el que lo haya ganado sea uno de los pobretones que vamos allí a comer y no uno de los pijitos que sólo van para ahorrar dinero y encima piden siempre dos tapitas de nada. Lo comprobaré el lunes.

Mi tía Chiqui (la de la risa más maravillosa del mundo) me pide que os hable de mi castañera Pepi, una mujer que cada año empieza antes su trabajo para mi gusto y disfrute y es que amigos, yo devoro las castañas, son mi perdición en estos meses del año y siempre me quiero empachar de ellas. Desde pequeña, se las compro a Pepi, que tenía nada más un pequeño fogón en la plaza donde ahora está la estación de Arroyo de la Miel, donde yo vivo, y ahora se ha montado la tía una pedazo de caseta con tres fogones que está agustísimo y no pasa tanto frío como antes. No sé que tienen sus castañas, pero son buenísimas las más asadas y las menos asadas y encima se pelan facílisimo. La gente muchas veces le dice que si las castañas son buenas para la salud, y ella siempre salta con lo mismo: Que sí son buenas, te vas a llevar este folletito de las propiedades sanas de la castaña y además te invito a mis charlas-coloquio sobre las buenas cosas que tiene la castaña. Y las da, de verdad. Yo porque no tengo tiempo pero habría que verla dando una charla sobre como se prepara la castaña y como prepara esos cartuchos con papel de a euro y dos euros para que te las lleves a casa. Una persona entrañable que espero que cada invierno no desaparezca de mi vida.

Y hablando de desaparecer, sí que esta semana se cumple un año de la muerte de mi grandullón. Estoy relativamente bien y digo relativamente porque sé que hice lo correcto dedicándole mi programa de radio por la mañana y poniendo nuestra canción. Sé que es lo que le hubiera gustado, pero le sigo echando mucho de menos y no soporto no poder verle, ni abrazarle, ni escucharle. Creo que es una sensación que no perderé nunca y sigo esperando la siguiente señal que me indique que sigue por aquí de alguna forma.

Antes de comentaros la película que ilustra el arcón de hoy, quiero recomendaros una serie nueva que me tiene entusiasmada y que, como siempre, la han tratado fatal y lo que es peor aún, la han tratado fatal en la cadena pública nuestra. Se llama Guante Blanco. Tiene muchos protagonistas interesantes y conocidos: Carlos Hipólito, Jose Luis García Pérez, Eloy Azorín, José Ángel Egido etc etc etc. Cuenta la historia de un grupo de ladrones profesionales que roban todo tipo de cosas con mucho estilo según los encargos que les van llegando y también observamos la otra cara de la moneda: la policía que les persigue. La historia está contada desde el modo adecuado, mientras ellos se preparan para otro robo, la policía sigue investigando para capturarles desde el anterior robo que han hecho y así vemos la evolución de cada uno de los grupos. Muy bien interpretada por todos, con risas aseguradas, diálogos divertidos y una trama que sorprende a cada momento. Se emite por internet, en la página web de TVE, los viernes por la noche. Así, os libráis de los anuncios, veamos el lado positivo de las cosas.

Y finalizo con la peli de Red de mentiras. La nueva película del prolífico director, Ridley Scott, que vuelve a acertar con su genial estilo para sorprendernos de grandes actuaciones y de una red de mentiras muy bien tramada.

En la película, se narra los entresijos de la CIA para captar células terroristas en Jordania. Allí vemos las dos caras de la moneda, el agente que vive allí y sufre allí las consecuencias de los actos programados por la CIA y el agente que está en su casa, viviendo su vida y dando órdenes allí y allá, sin pensar en las consecuencias que puede tener en el agente de campo.

Esta confrontación de personalidades tiene un desarrollo espectacular en la películam dando lugar constantemente a conflictos que ponen en peligro la misión y a los personajes que forman parte de ella. Tanto Leonardo Di Caprio como Russell Crowe están muy bien en sus respectivos papeles, aunque quizás el señor Russell se lleva la palma, por llevar la ironía intrínseca en sus venas, cosa que me encanta.

Además de darnos cuenta de lo difícil que es resolver el conflicto armado en Oriente Medio, en Red de mentiras podemos ver reflejadas las costumbres del país y como un extranjero debe acostumbrarse a ellas y cómo es de importante para ellos la confianza, cosa que el gobierno americano intenta truncar con sus constantes mentiras.

Quizá hubiera obviado un poco la historia de amor, porque no le presté mucha atención, ya que lo relevante es el buen ritmo de la historia principal, con cambios de pareceres, cambios de estrategia y una acción limitada a las escenas que tenían que tenerla y no algo superflúo como ocurre en algunas películas bélicas.

Yo creo que Ridley Scott ha dado un gran salto en su carrera con esta película y demuestra una vez más su versatilidad a la hora de contar historias. Y que cuente con Rusell Crowe las veces que le haga falta porque le funciona de maravilla.

viernes, noviembre 07, 2008

Aquí un amigo

La semana pasada tuve la oportunidad de ver esta divertida obra en el Teatro Alameda de Málaga.

Supone un cambio de registro muy gratificante para el actor Jaime Blanch, quién se ha caracterizado en papeles más serios y más dramáticos y aquí se atreve con un reto como es el hacer comedia de un texto del genial Francis Weber, cumpliendo el papel a la perfección.

Se acompaña de un admirable y divertido Ramón Langa, con el que no paras de reir a cada momento con sus innumerables gestos y sus diálogos.

La acción transcurre en un hotel, cuyo decorado son dos habitaciones coetáneas separadas por una mísera pared y con los colores intercambiados. En esas habitaciones están un fotógrafo cuya mujer le ha dejado y no puede soportar la separación y un matón a sueldo que tiene que eliminar al testigo de un juicio.

Esas dos personalidades tan diferentes se cruzan cuando el fotógrafo decide suicidarse en el hotel y arma tal follón que acaba implicando al matón, una ayuda esquiva de la que ya no podrá salir debido a las múltiples situaciones extremas e ingeniosas que se suceden a lo largo de la historia.

Los dos están magníficos jugando con el escenario y con sus espacios propios, de modo que te parece estar viendo dos pantallas de la misma historia, y comparten protagonismo con un elenco de actores secundarios que sin dar mucho juego y a veces resultar un poco pesados como es el caso del botonés, conforman un buen resultado para el desarrollo de la obra.

Esa voz de Langa y esa palidez de Blanch hacen que Aquí un amigo sea una nueva muestra de que la comedia de Francis Weber está hecha para el teatro y para contagiarnos la risa unos a otros.

domingo, noviembre 02, 2008

Transsiberian


La fotografía supera la poca carga dramáica de esta película de Brad Anderson.

En las pocas críticas que he leído de esta película hacían referencia al cine de Hitchcock como influencia para crear el suspense de Transsiberian y yo como buena amante hitchckoniana pues me interesaba verla. Y lo cierto es que no encontré esos detalles que te hacían ponerte en tensión porque sabías lo que iba a ocurrir después, más que nada porque la historia es más bien flojilla con muy escaso interés y con un desarrollo lentísimo que te hace perderte por completo y simplemente disfrutar de las maravillas imágenes del Transsiberiano.

En la película casualmente se conocen dos parejas en las que la chica de una de ellas y el chico de la otra comienza a conectar y se sentiran atraídos por un secreto que él esconde. Lo que comienza por un secreto atrayente acaba por una consecución de escenas larguísimas y fastidiosas en las que los acontecimientos cobran un sentido más bien loco y no tanto de suspense.

Las interpretaciones son otro punto a favor de la película sobretodo de Sir Ben Kinsgley y Woody Harrelson que bordan la personalidad muy particular de ambos papeles y un Eduardo Noriega que pisa fuerte en el terreno internacional y resulta una muy buena carta de presentación en su carrera. Emily Mortimer resulta un poco cargante con las fotitos todo el día y la carita de pena que parece que es el único rostro que sabe poner en toda la película.

En definitiva, nos encontramos con una historia de mentiras bastante floja, que aporta alguna que otra risa en la fiesta que se celebra en el tren y poco más, pero que no tiene una carga de suspense interesante ni una consecución final de esas para no olvidar. Eso sí, ver durante todo el metraje cómo es ese Transsiberiano no tiene desperdicio.

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