jueves, enero 16, 2014

Crónica de "Julio César"

El Julio César que se debe ver

El primero de los estrenos del Teatro Cervantes congregó a muchos malagueños que llenaron todo el aforo y se dejaron llevar por esta propuesta del “Julio César” de Shakespeare, un montaje intenso y acertado que ha dirigido con maestría, Paco Azorín.

Actores: Mario Gas, Sergio Peris-Mencheta, Tristán Ulloa, José Luis Alcobendas, Agus Ruiz, Pau Cólera, Carlos Martos y Pedro Chamizo.
Lugar: Teatro Cervantes de Málaga
Fecha: Miércoles 15 de enero



¿Qué es lo que se puede esperar del teatro y de un clásico como éste? Que emocione, sorprenda y merezca la pena conocer la historia de Julio César y cómo se planificó su muerte. Lo cumple con creces. Lo máximo a destacar es su inteligencia a la hora de abordar esta historia tan conocida que pueda nuevamente atraer al público y que salga con una sonrisa de haber vivido una experiencia única.

Lo logra, como bien nos explicaba Sergio previamente al estreno, utilizando únicamente un obelisco simbolizando la ciudad de Roma, unas sillas con gran importancia a lo largo de las escenas, una pantalla que nos contextualiza el momento que se está representando y lo más importante, las palabras, modulaciones y maneras de expresar con intensidad por parte de los actores de la obra.

Con los juegos dinámicos y rápidos, cambios de escena, incursiones en el público haciéndole partícipe como pueblo de Roma, nos mueven en la dirección que más les place para construir en nuestras mentes que al principio nos parezca un acto de justicia la muerte de Julio César y en pocos instantes, lo consideremos un vil asesinato. Así, también ocurre en nuestra sociedad actual y también considero que es un mensaje que nos quiere transmitir a los afortunados que la vemos, por ello hay elementos no pertenecientes a la época pero que no nos parece raros verlos ahí como unas gafas de sol o unas porras de policía. Depende de quién te cuente los hechos y cómo te los cuenten, te embaucan hacia un lado o hacia la posición contraria. Si de algo me ha servido ver esta obra, es darme aún más cuenta de ello y que, por mí misma, debo reflexionar y analizar hasta llegar a una conclusión sin coacción de nadie.

Acertadísimo el casting de actores, no hay un Julio César que no sea un Mario Gas posicionándose en el centro del escenario con un juego de luces y sombras que le hacen aún más grande y que todo el mundo se queda admirado nada más abrir la boca, no hay un Bruto con un Tristán Ulloa en el mejor papel que le he visto en su larga carrera, dubitativo, inseguro y muy certero en su interpretación, no hay un Casio, mi personaje favorito que da origen a estas disputas y conspiraciones, sin un Jose Luis Alcobendas con esa mirada tan intensa pero que reflejaba toda su ira y sus ganas de conseguir lo que él considera su propia justicia y habiendo un trabajo actoral encomiable y completo, no hay, sobre todo, un Marco Antonio que no sea Sergio Peris-Mencheta. Me ha hecho un auténtico regalo escuchándole dar su defensa de Julio César, entregar su alma a su público, pueblo de Roma y demostrarme que es de los mejores actores que me han hecho sentir y emocionarme en un patio de butacas. No podía apartar mis ojos de él porque contiene tanta fuerza que te lo transmite todo sin pudor y eso hay que agradecérselo porque es un gustazo disfrutar del teatro cuando todo el mundo se entrega de esta manera.

Por este tipo de obras da auténtico placer ir al teatro. Mi pena es no haberla visto en un marco como el Festival de Mérida porque debe ser apoteósico sentirla y escucharla desde un lugar donde se respira tanto teatro clásico. Pero en el Teatro Cervantes se me ha hecho un nudo en el corazón como hacía tiempo que no recordaba. Este es el Julio César que hay que ver, escuchar y sentir. Buena oportunidad para acercar este tipo de teatro a quién no se atreve o no está tan acostumbrado. Será su mejor elección y voto. No lo duden.

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