El
Julio César que se debe ver
El
primero de los estrenos del Teatro Cervantes congregó a muchos
malagueños que llenaron todo el aforo y se dejaron llevar por esta
propuesta del “Julio César” de Shakespeare, un montaje intenso y
acertado que ha dirigido con maestría, Paco Azorín.
Actores:
Mario
Gas, Sergio Peris-Mencheta, Tristán Ulloa, José Luis Alcobendas,
Agus Ruiz, Pau Cólera, Carlos Martos y Pedro Chamizo.
Lugar:
Teatro
Cervantes de Málaga
Fecha:
Miércoles
15 de enero
¿Qué
es lo que se puede esperar del teatro y de un clásico como éste?
Que emocione, sorprenda y merezca la pena conocer la historia de
Julio César y cómo se planificó su muerte. Lo cumple con creces.
Lo máximo a destacar es su inteligencia a la hora de abordar esta
historia tan conocida que pueda nuevamente atraer al público y que
salga con una sonrisa de haber vivido una experiencia única.
Lo
logra, como bien nos explicaba Sergio previamente al estreno,
utilizando únicamente un obelisco simbolizando la ciudad de Roma,
unas sillas con gran importancia a lo largo de las escenas, una
pantalla que nos contextualiza el momento que se está representando
y lo más importante, las palabras, modulaciones y maneras de
expresar con intensidad por parte de los actores de la obra.
Con
los juegos dinámicos y rápidos, cambios de escena, incursiones en
el público haciéndole partícipe como pueblo de Roma, nos mueven en
la dirección que más les place para construir en nuestras mentes
que al principio nos parezca un acto de justicia la muerte de Julio
César y en pocos instantes, lo consideremos un vil asesinato. Así,
también ocurre en nuestra sociedad actual y también considero que
es un mensaje que nos quiere transmitir a los afortunados que la
vemos, por ello hay elementos no pertenecientes a la época pero que
no nos parece raros verlos ahí como unas gafas de sol o unas porras
de policía. Depende de quién te cuente los hechos y cómo te los
cuenten, te embaucan hacia un lado o hacia la posición contraria. Si
de algo me ha servido ver esta obra, es darme aún más cuenta de
ello y que, por mí misma, debo reflexionar y analizar hasta llegar a
una conclusión sin coacción de nadie.
Acertadísimo
el casting de actores, no hay un Julio César que no sea un Mario Gas
posicionándose en el centro del escenario con un juego de luces y
sombras que le hacen aún más grande y que todo el mundo se queda
admirado nada más abrir la boca, no hay un Bruto con un Tristán
Ulloa en el mejor papel que le he visto en su larga carrera,
dubitativo, inseguro y muy certero en su interpretación, no hay un
Casio, mi personaje favorito que da origen a estas disputas y
conspiraciones, sin un Jose Luis Alcobendas con esa mirada tan
intensa pero que reflejaba toda su ira y sus ganas de conseguir lo
que él considera su propia justicia y habiendo un trabajo actoral
encomiable y completo, no hay, sobre todo, un Marco Antonio que no
sea Sergio Peris-Mencheta. Me ha hecho un auténtico regalo
escuchándole dar su defensa de Julio César, entregar su alma a su
público, pueblo de Roma y demostrarme que es de los mejores actores
que me han hecho sentir y emocionarme en un patio de butacas. No
podía apartar mis ojos de él porque contiene tanta fuerza que te lo
transmite todo sin pudor y eso hay que agradecérselo porque es un
gustazo disfrutar del teatro cuando todo el mundo se entrega de esta
manera.
Por
este tipo de obras da auténtico placer ir al teatro. Mi pena es no
haberla visto en un marco como el Festival de Mérida porque debe ser
apoteósico sentirla y escucharla desde un lugar donde se respira
tanto teatro clásico. Pero en el Teatro Cervantes se me ha hecho un
nudo en el corazón como hacía tiempo que no recordaba. Este es el
Julio César que hay que ver, escuchar y sentir. Buena oportunidad
para acercar este tipo de teatro a quién no se atreve o no está tan
acostumbrado. Será su mejor elección y voto. No lo duden.
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