martes, febrero 25, 2014

Crítica "Monuments Men"

Muchos sé que se van a confundir cuando vayan a ver esta película porque intentarán encontrar todos los paralelismos posibles a "Ocean´s Eleven" y la 12 y hasta la 13 y no tienen absolutamente nada que ver. Y lo cercioré ayer cuando la ví y muchos se quedaban con la cara fría al ver que esta sección del ejército no se dedicaba a robar bancos o casinos si no a defender las obras de arte que los nazis se llevaban en sus saqueos durante la Segunda Guerra Mundial.

La película es un homenaje a esta sección real del Ejército que se llamó Monuments and Fine Art and Archives, pocos hombres que se dedicaban a proteger esas obras de arte que fueron escondidas en algunas minas de sal de Austria y Alemania y que desgraciadamente también fueron testigos de la destrucción de algunas de ellas que los alemanes no consideraban dignas para conservarlas. Sobre todo si hablamos de arte más vanguardista como Picasso o Matisse.

Si bien la historia se presenta como si fuera un documental muy bien rodado y con unas actores que dan la talla en cada uno de estos miembros tan diferentes de los Monuments Men, lo que le falla es el ritmo. Hay escenas en las que se tiene que ambientar de manera muy extensa dónde nos encontramos para que nos situemos en el contexto adecuado, los diálogos tienen alguna genialidad humorística que rompe esas discusiones muy serias y firmes pero en general no son fluídos para que siga causando interés y se te hace una película muy larga que en algún momento deseas que ya vaya acabando.

Lo que sí me quedo patente y además es un mensaje que particularmente quiero transmitir con mi labor en este blog y en la radio, es la defensa de la cultura. Y que proteger nuestro patrimonio cultural y consumir cultura, nos hace crecer como sociedad y proteger nuestra historia. Lo mejor para mí de la película se expresa en un diálogo de George Clooney, que interpreta al comisario de arte del Metropolitan, James Rorimer, en el que dice, más o menos, "en las guerras mueren personas y la sociedad seguirá avanzando pero si se destruyen las obras de arte, muere nuestra propia historia". La cultura no nos da de comer al estómago pero enriquece nuestro cerebro de tal manera que se aprecia mucho mejor la vida y se es más inteligente para que no puedan pisarnosla al gusto de los poderosos y de los que nos gobiernan. El final, por cierto, es una moraleja preciosa que, sin embargo, muchos no apreciarán porque querrán salir pitando de la sala. Una pena.

Nota: 5 arcones y medio

 

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