jueves, febrero 27, 2014

La felicidad de los mediocres

Recuerdo a mi madre usar esta palabra desde siempre, "mediocre". La utilizaba para no lanzar improperios más contundentes pero malsonantes hacia personas que nos encontramos siempre en nuestras vidas que por conseguir lo que quieren, utilizan cualquier estrategia de muy mal gusto para su propio beneficio.

A raíz de asuntos que han pasado a lo largo de mi vida, que pronto llegará a los 31, y de acontecimientos muy recientes , ésta es la palabra que me ha vuelto a surgir a la mente y la he buscado en el diccionario de mi estantería para recordar todo lo que su significado refleja: "Aplicado a personas de inteligencia poso sobresaliente". Y la verdad que no he podido encontrar mejor defición para cierto tipo de especímenes que no se merecen lo que la vida o, mejor dicho, sus "contactos" les han regalado.

¿Quienes para mí son esos felices mediocres? Los que musicalmente, teatralmente, literariamente, cinematográficamente y profesionalmente quieren alcanzar un éxito que no les pertenece teniendo, con mucha fortuna, los palmeros y las personas importantes para lograrlo y que teniendo únicamente ese apoyo, creen que de verdad son imprescindibles en las distintas realizaciones de lo que consideran que se dedican. Eso tiene un reconocimiento momentáneo y fugaz, pero luego hay que seguir trabajando y demostrando lo que uno vale. Vivir siempre de esa quimera no te hace merecedor de tener el privilegio de trabajar y dedicarnos exclusivamente a lo que muchos soñamos y sabemos que valemos para ello pero no tenemos esa suerte ni esa ayuda de personas influyentes.

Los puedes descubrir cuando hablan de su propia labor y ves las lagunas que cometen. Que no saben ni cómo se realizan sus propios programas, películas, obras o discos. Que no se atreven a hacer formatos diferentes que no acojan a un público masivo pero sí interesado. Y que sabes, que a escondidas, están quejándose constantemente de lo que tú te morírias por hacer a cada segundo.

Esos felices mediocres y sus compinches utilizan las dos armas con las que yo creo que nos detruímos los propios seres humanos, la falta de empatía y el recurso de los tópicos para argumentar todo lo que hacen.

Es triste que prestigiosos certámenes locales, nacionales y empresarios que les hacen caso, tomen a estos felices mediocres como referente, mientras que los que de verdad nos matamos por nuestra profesión, por la simple razón que no comulguemos en aborregar (también palabra fantástica de mi madre) a ese público que sólo demanda porquería, no tengamos nuestra merecida oportunidad y tengamos que estar trabajando en algo que no nos gusta o buscándonos la vida por poder ganar dinero y sobrevivir dejando nuestros sueños aparcados en folios escondidos en cajones que nunca sabrás si se podrán oir en un programa de radio, ver en una foto, leer en un libro, transmitir en una pantalla o transmitir conocimientos a unos alumnos a los que mueres porque te conozcan. 

Ya es hora que el destino, puñetero y traidor, nos regale lo que nos corresponde. Hace poco alguien me dijo, no te mueras a trabajar haciendo tantas entrevistas y lo que no saben, es que son mis pilas para andar cada segundo, que me encanta prepararlas y que luego salgan bien y esos artistas estén contentos por hablar conmigo y que transmita sus palabras (siempre echando de menos que no sea en un micrófono, claro está). Pero si alguien me dice que no tengo por qué hacer tanto, es porque esa persona no lo haría, ¿ por qué esos papeles están cambiados?. Yo y las personas que nombro, Salva, Ana Belén, Mario, José Vera, Ana Sonia, Pablo, Noé, Ana Isabel o Alicia, nos partimos la piel por trabajar en lo que nos gusta. No nos van a oír quejarnos porque salimos media hora tarde o porque haya que cubrir más reportajes de la cuenta. Lo queremos hacer.

Ya vale de que sigamos sufriendo mientras otros se llevan gloria traducida en felicidad para mediocres. Ya vale de que se les haga caso y se les abran las puertas sin valorar cuál es el trabajo que verdaderamente han hecho. Ya vale de que los empresarios miseria y los trabajadores enchufados sean los que les pongan la alfombra roja para conseguir los sueños de los que tenemos valía en nuestra profesión. Ya vale del "todo vale" y ya estoy harta que los que no somos mediocres, no estemos ocupando el lugar que nos merecemos. Y no voy a jugar al mismo juego porque tengo dignidad. Y por último ya vale de que la gente, la mayoría que podría decidir que esto siga así, se quede quieta y vea esto pasar como una cosa más que pasa en el mundo. Necesitamos vuestro compromiso y denuncia para que esto de una vez cambie. Ya Vale. Ya está bien.

No hay comentarios: