El Teatro Alameda recibió durante el pasado fin de
semana este montaje con una gran aceptación por parte del público quién
alucinaba al entrar a la sala y encontrarse un estudio de radio tan
genialmente construido como si fuéramos el público invitado al programa
que realizan Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo en la obra El diario de Adán y Eva.
Normalmente soy de las que se levantan al final de la función como
reconocimiento al trabajo de los actores durante toda la representación,
sobre todo, si me aportan algo, lo ínfimamente que sea, un recuerdo,
una caricia, en definitiva, alguna de las emociones por las que te
merece la pena ir al teatro y que propiamente tiene el valor del teatro.
Pues me ganaron. Se levantó medio teatro nada más acabar ese programa
de radio que nos retratan Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo
en ese estudio recreado maravilloso que me enamoró nada más entrar en
la sala. Y ¿por qué ocurrió?. Porque llegan al corazón, porque no tienen
miedo y muestran toda su verdad en cada palabra, cada gesto y cada
movimiento de sus personajes.
La historia, por cierto, es una adaptación MARAVILLOSA. Coger ese texto de Mark Twain,
hacer como que dos actores de radio lo interpretan, escoger el carisma
que tiene que tener cada uno de esos personajes, llevarlo a cabo y que
funcione de la manera que funciona es un logro magnífico. Y luego rizar
el rizo, y crear un programa de radio donde una locutora entrevista a
uno de los actores que realizaba ese serial. No te pierdes al principio a
pesar de que no se sabe quienes son esos dos actores que al principio
interpretan a Adán y Eva, pero el texto es tan bonito, tan original el
meterse en la piel de las dos primeras personas que estuvieron en ese
mundo y cómo reaccionan ante la primera vez que ven el día y la noche y
cómo empieza a definirse un carácter de mujer al ponerle nombre a todo
lo que se encuentra en el mundo, que ya te metes de lleno en la
historia. Y al momento, ya aparece ese estudio de radio, en el que me
perdería por siempre haciendo programas, donde se entrevista al
protagonista y ya sabes que son dos escenarios que se interrelacionan y
de qué manera.
Esto es otro gran acierto y tan elegante que debería ser copiado e
imitado por muchas compañías. Las transiciones entre una ubicación y
otra es tan elegante como apropiada en el contexto en el que nos
muestran esta obra. Con voces en off e iluminaciones más que apropiadas
para que puedan cambiarse de personaje y unas entradas a escena tan a
compás y tan preciosas que no puedes dejar de vibrar de emoción en cada
escena que el espectador contempla.
Me decía Ana Milán el trabajo de Fernando, cuando veas la obra,
entenderás por qué el público le corresponde con esos aplausos. Error.
Son los dos. Realizan un ejercicio de interpretación como no he visto en
mucho tiempo. Y mira que he visto teatro. Pero es tan natural, tan
cercano, tan poco forzado ni exagerado, con una pronunciación y una
vocalización perfecta y más que nada, unas preguntas, respuestas e
interrupciones que se salen, diálogos que te llaman y que los hacen aún
más grande de lo que son. Cualquier escuela de interpretación debería
llevar a sus alumnos para que aprendan cómo se debe actuar, cómo se debe
interpretar a un señor mayor sin caer en la exageración y en los
tópicos como hace Fernando que es impresionante, cómo no se debe tener
miedo y dar el corazón para que salgas con una sensación de felicidad,
melancolía pero sobre todo, con mucho amor. Y yo sentí amor por el
teatro, amor personal y volví a sentir ese pellizco por mi profesión
radiofónica con la que tanto anhelo volver. No sé si son sus mejores
interpretaciones porque con esas almas teatrales yo creo que ese nivel
se mantendrá durante largo años, como también han demostrado en trabajos
anteriores. Pero el mejor regalo para los amantes del teatro es que
Fernando y Ana se hayan encontrado y nos regalen muchas más Catalinas,
Felipes, Adanes y Eva.
Sintonicen por siempre este programa de radio si viajan por las
localidades en la que residan porque lo más simple y a la vez tan
difícil de conseguir en una obra de teatro que es conseguir todas las
emociones posibles de una historia las tendrán con este Diario de Adán y Eva.
Soy afortunada de haber sido oyente de su historia. Ah no soy la
Natalia de 22 años que escribe el “email” de la obra pero yo también me
pido a Felipe para mi mesita de noche.
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