sábado, abril 05, 2014

¿Y ahora cómo escribo una mala crítica?

¿Y ahora cómo escribo una mala crítica?

No les puedo contar lo que significa que pronuncien tu nombre en un musical. Bueno sí puedo hacerlo, lo acaban de hacer en “Sin título, el musical”, una apuesta divertida, con mucha originalidad y buenas canciones que se ha pre-estrenado hoy y que también tendréis oportunidad ver mañana en la ESAD a las 20:00, y nos nombran anunciando una buena crítica, así que tengo que ser fiel al guión

Fuera ya de la broma, que me ha dejado anonadada en el patio de butacas (por cierto, bravo al actor, Raúl Ortíz, por pronunciar correctamente mi apellido), no me va a costar hacerles una buena crítica. Simplemente, porque cuando las cosas se trabajan mucho, le imprimen ese ritmo, canciones e interpretaciones, el resultado no puede ser más que satisfactorio y el público disfruta y mucho, con los entresijos exagerados de cómo se puede montar un musical.

Nada más entrar en el teatro, ya estás en su juego. Unos acomodadores te invitan rápidamente a que te acomodes, dejes de hablar y apagues los móviles (les contrataría para todas las funciones teatrales de mi vida porque no se escuchó una mísera melodía ni nadie miró la hora que era pegado a una pantalla), Y entonces, comienza el show, dos estudiantes de Arte Dramático nos explican cómo montarían su musical y vamos descubriendo las diferentes partes que se tienen que tener en cuenta para hacerlo.

Vamos viendo el propio musical dentro del musical, con canciones más que arriesgadas por su humor, absurdo y más inteligente, mezclado con aspectos más cotidianos de la propia escuela (que el que es ajeno se pierde un poco pero se contagia del acierto que se representa en las carcajadas de los compañeros actores), frikadas modernas y no tanto (recordar a Vicky Peña, puntazo total) y unos mensajes que calan enseguida en el espectador sobre las distintas fases por las que pasan sus propios personajes reales pero que interpretan lo que ellos mismos tendrían que hacer si montaran Sin título, el musical

Juegan, al principio, con el duo cómico masculino y enseguida entran ellas que dinamizan perfectamente los acontecimientos que tienen que ir sucediéndose. Lo sencillo se hace grande, dicen en un momento de la obra, y es más que cierto. Se combinan bien tanto en gestualidad como en voces, puede ayudarse a que se hagan unas transiciones más rápidas y buscar hacer cosas diferentes en primer y segundo plano, que los que estamos más acostumbrados al teatro, agradecemos porque disparamos nuestra vista hacia diferentes lugares del escenario, intentando no perder ningún detalle.

Pero inevitablemente había alguien que hacía que hacia mi vista no pasara desapercibido y razón de más para ver esta historia. El director musical, Nacho Doña. Confirmo y reafirmo que hace magia con sus manos. Todo lo que toca, se transforma en un mensaje necesario y es un actor que debió salir en todas las fotos para que le vieran en su pueblo. Brillante en sus gestos, en aportar desde su atalaya pianística esos puntazos que tanto agradezco y ese surtido de gafas y muñecos que permite que desvíes inevitablemente la atención hacia él y cuando toca, compruebas que ha buscado a la perfección las tonalidades necesarias y las características de cada voz que hacían falta para definir cada personalidad de los actores. Nuevamente, has brillando, Nacho. Vaya talentazo musical tengo siempre la suerte de disfrutar.

Ese currazo musical, se ha denotado en las voces de los intérpretes que han estado brillantes en todos los números. Especialmente, las voces de los dos chicos, Raúl Ortíz y Antu Lorente, y Cristina Jiménez. Cristina es pura poesía cantando, esos matices te llegan al alma y aunque sea algo más liviano y de divertimento, tiene una energía maravillosa que te contagia enseguida y con el acompañamiento de Nacho, hacían los mejores números de este musical.

Sin desvelaros nada que os quite las muchas sorpresas por las que merece la pena disfrutar de Sin título, el musical, veréis el proceso real por el que hay que pasar para escribir un musical, escritura, elección de actores, repertorio, hasta rellenar inscripciones y finalmente el estreno y luego cómo hay que intentar mantenerse para no perder esa ilusión de seguir interpretando y en una elección muy inteligente, dejar al propio espectador que compruebe cómo sigue la vida y el futuro de estos artistas.

Por poner dos pegas, que no son malas críticas (no me salgo de mi papel), hay determinadas coreografías que aún estaban muy estáticas y faltaba un poco de fluidez de movimiento y soltar músculo, supongo que de los nervios, pero se notaba en alguna de las coordinaciones de los actores y quizás, recortar un poco la parte final para que la historia no se te haga muy larga y resumir algunas escenas que parecen más superfluas que necesarias para un mejor entendimiento.

Aparecerán personas tanto en los textos como en el propio montaje que os van a dejar boquiabiertos pero sobre todo, el ingenio por contar una historia que prácticamente conocemos por lo que hemos descubierto en musicales pero les aseguro que se lo van a pasar mejor que en muchos de ellos. Hay talento, hay ganas, hay motivaciones especiales por hacerte pensar, reír y desfogarse de lo que nos tienen estipulados y ojalá nunca encuentren el título que necesita este musical. Felicidades y ya que estamos, pido una matricula de honor por su trabajo y esfuerzo.

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