jueves, mayo 22, 2014

Mi egoismo frente a su porvenir

Entre las causas de esa llamada "fuga de cerebros" de talentos en muchas disciplinas hacia otras ciudades españolas y otros países, está evidentemente las dificultades que encuentran en encontrar trabajo en sus lugares de residencia y las políticas de empleo que predominan en la mayoría de las empresas nacionales, donde contratos temporales y el optar preferentemente por becarios y otras fórmulas para abaratar costes y personalmente, abaratar su propia calidad frente a la rentabilidad es lo que se prioriza en estos momentos. Aunque cada vez la gente es menos tonta pero creo que dichas empresas no se dan cuenta de esto. 

Obviando esto, hay un problema que también está provocando que gente trabajadora de muchas disciplinas se estén yendo de Málaga y que no veo reflejado en las noticias y crónicas sobre el tema. La propia ciudad en la que residen. Conozco negocios que han intentando desde su base, mejorar en la calidad de sus productos y sorprender al cliente en cada visita que se le hace. Utilizan las mejores materias primas y tienen un acercamiento y una calidez que siempre les hace imprescindibles frente a otras alternativas más rápidas y de deficiente servicio. Y que desde otros ámbitos, incluso cercanos del mismo negocio, buscan la excusa más mínima para debilitarlo y finalmente hundirlo porque no pueden más con esa situación.

Y además está ocurriendo con las personas. En una empresa pública o privada, hay compañeros/as que perjudican a trabajadores que se preocupan por hacer las cosas diferentes o simplemente cumplir con lo que tienen que hacer y no buscar el saltarse cómodamente su cometido para escaparse antes o simplemente para no trabajar. Lo he visto y he consolado a personas que están sufriendo esta circunstancia. Hay personas que no soportan que la gente haga bien su trabajo, que destaquen y peor todavía, que disfruten de lo tienen que hacer día a día. Es como, si yo no me lo paso bien, ¿cómo es que esta persona si?. No se soporta. Son esas personas que te vas a tomar una cervecita, cuelgas una foto y te responden, ¡qué bien vives! (odio esa frase). 

Pues estas dos circunstancias están haciendo que empresas que se adecuan con mi manera de consumir o de que me atiendan en un servicio, o tener a ese profesional que te soluciona el problema nada más pisar el sitio dónde trabaje, se estén yendo a otros lugares donde les valoran más. Y cada vez me tengo que tragar mi egoismo y mi dolor de que no me gusta que se vayan para estar feliz porque su porvenir no esté aquí y lo vayan a tener fuera de mi abrazo y consuelo. 

En estudios de este año, unos 2.400 malagueños se plantean irse al extranjero para trabajar, teniendo formación o sin estudios, con Alemania y Reino Unido como destinos preferidos. En los últimos cinco años se han ido de Málaga 2.192 personas, representando un incremento del 15%. Cabe señalar que no todos los que emigran se empadronan en los países donde habitan, por lo que el número final puede ser aún mayor

Realmente la situación ya es bastante complicada como para que nosotros mismos echemos piedras sobre el tejado de nuestros compañeros y provoquemos que estén incómodos y que tengan que soportar situaciones inesperadas, simplemente porque no estemos de acuerdo con su forma de trabajar. Sigo recalcando el mayor mal de este país, la falta de empatía. No podemos estar tampoco con la escopeta cargada esperando a perjudicar a quienes creemos que hacen cosas fuera de nuestra lógica. 

No vamos a solucionar nada pero unámonos entre nosotros para conseguir las cosas, no nos enfrentemos para conseguir las nuestras propias, cuando ni eso sirve para el beneficio propio. 

Me pongo triste cada vez que en mi agenda veo nombres de gente que quiero a los que no puedo llamar para quedar en algunas de mis aventuras locas. A la vez, me alegro porque son felices y están cumpliendo sus sueños y sí, los sitios son de ida y vuelta y claro que me muero por ir a verlos a todos. Me pongo triste por decidirme ir de Barcelona y no aguantar más allí cuando aquí no se promociona absolutamente nada y yo me puedo comer el mundo, y levantar mi proyecto cultural una y mil veces, pero cuando ves que no se sostiene, que cuesta que te apoyen y que los intereses que prefiere la mayoría no permite que puedas hacer lo que quiere una amplia minoría, te hundes y lo quieres mandar todo a la mierda. Al momento, mis amigos te ayudan a que confíes de nuevo en tí y te levantas de nuevo a comerte el mundo. Pero también tenemos derecho a nuestros bajones frente a esta situación. Y me arrepiento de haberme ido de Barcelona. Me pongo triste porque Málaga es insoportable en muchos aspectos y no tiene educación para albergar lo que su clima podría permitir, aparte del sol y playa. Porque los que la dominan son culpables pero la gente también. Hay una serie de preferencias en su vida y recalco una falta de empatía que frustra el sueño de quienes queremos cambiar las cosas y hacer de la cultura algo imprescindible y decente.

Y os echo de menos a todos y Málaga se me queda pequeña. Te sabes buscar tu felicidad pero envidias lo que hay fuera cada vez que sales de sus fronteras. Que hay cosas y se están haciendo pero parecen parches en el aire y vuelta a las andadas. Así que deseo que los que emprenden sus metas, sean felices donde las puedan cumplir y que cada uno, encontremos ese hueco donde seamos plenamente felices y nos dejen serlo.

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