martes, junio 10, 2014

Crítica "El hijo del otro"


Ha sido muy interesante el haber visto esta película. La historia de dos niños que fueron intercambiados en medio de la guerra en Cisjordania y uno de ellos vive más acomodado en Israel mientras que el otro está en unas condiciones más peligrosas en Palestina. Y ha sido interesante porque no me ha tenido que mostrar la crueldad de la guerra ni cuerpos descuartizados para que sintiera lo que se vive allí y lo que se debe sufrir día a día por un conflicto que parece que sigue sin encontrar solución.

Sólo he tenido que sufrir con los gestos de esas dos madres cuando descubren que sus hijos no son biológicamente suyos y sus padres, aún estando a ambos lados de la frontera y con una ideología muy diferente, reaccionan de esa manera esquiva y perpleja, como no sabiendo si aceptar a su hijo como si nada, sin entrar en ese cariño inmediato de una madre que quiere conocer cuanto antes a su hijo aunque haya sido criado desde que nació por la otra familia.

Lo comentaba al salir del cine que nunca me gustan los telediarios morbosos que necesitan incluir imágenes desagradables para contar lo que allí sucede. Lo discutía en clases de deontología y me cercioraba, por ejemplo, con un cuadro que tuve la ocasión de ver en el Museo del Holocausto de Londres. Era la fotografía de una casa derrumbada por las bombas, donde sólo se veía el polvo, las cenizas y los restos de un hogar donde intuyo que se vivía feliz. No me hacía falta más para saber qué había sucedido ahí y los datos que se aportaban en la fotografía me eran más que suficiente para empatizar con ese dolor y ese miedo que se sufre en los países que aun mantienen conflictos bélicos por los motivos que sean.

Aquí recalco la palabra interesante pero es que la directora, Lorraine Lévy, partió de una historia real, la de un bombardeo en Israel con misiles Scud que llevó a los hospitales de la zona a malas atribuciones de paternidad debido a la evacuación de emergencia, para crear la historia de Joseph y Yacine en "El hijo del otro"

Los mundos son completamente diferentes, los odios también y las reacciones de cada uno de los personajes evoluciona de una manera lógica hasta resolverse de la manera que me ha parecido más coherente y sin necesidad de edulcorar o de empeorar la situación.

Está rodada íntegramente en Palestina e Israel, con el muro de Cisjordania como testigo de las idas y venidas de los familiares. La directora francesa reconoció "momentos de dificultad" en el rodaje, solventados gracias a la mediación del equipo técnico, compuesto tanto por israelíes como por palestinos.

Otro gran acierto es el montaje donde en primer término conocemos la noticia del intercambio a través de la familia de Tel Aviv para encontrar la escena donde se pone en común lo que ocurre y después finalizamos viajando con el sopesamiento de lo expuesto con los padres palestinos.

Una de las razones por las que creo que esta cineasta se haya convertido en la primera mujer que conquista el Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Tokyo en sus 27 años de historia, además de a la Mejor Película es que ella educada en el judaismo no se pone de parte de ninguno de los dos bandos. Los expone a través de esta historia planteada de una manera original, bien interpretada y que te deja un reposo de querer conocer más acerca de cómo está actualmente allí la situación y reflexionar sobre nuestra culpa de que ellos se encuentren precisamente así.

Nota: 7 Arcones

No hay comentarios: