jueves, junio 05, 2014

Críticas "Amor sin control" y "Dos madres perfectas"

Los miércoles de entrada baratona había que aprovecharlos en condiciones y cuando se comprenden dos películas como las de hoy, más aún todavía, una más tontorrona pero de las que hacen falta para liberar tensiones diarias y una más profunda que te da que pensar al salir de la sala. 

Cuando escuché a hablar de la adicción al sexo, reconozco que fui de las ignorantes que sólo se acordaban de Michael Douglas y no consideraba que pudiera ser una enfermedad. En esta película podemos ver los diferentes casos que provoca esta adicción, así como otras que nos son más reconocibles pero que se quedan más en segundo plano, para recalcar las sexuales. 

En un acertado montaje vemos tres situaciones diferentes. La de Mark Rufallo con Gwyneth Paltrow, donde ya es un adicto recuperado después de cinco años de sequía y que puede comenzar una relación con una mujer de una manera normal. La manera en la que se conocen, tonterías como "soy más rápida, Pinocho" y guiños a película como "El Golpe" provocan que desde el principio se te levante esa sonrisa cómplice de que ese es el buen camino. Pero a la vez no recurre a la opción fácil de que ya todo es un camino de rosas perfecto, estamos con él en sus momentos más bajos, en las dudas de ella y en cómo esa realidad es más palpable y a la vez puede doler de lo cruda que es.

La segunda es un sorprendente Tim Robbins, nunca me acuerdo que mide 1,96, que ya es un padrino de esas reuniones de adictos y que no sabemos nada de su pasado hasta que su hijo, también adicto, le visita y descubrimos que fue un adicto al alcohol que provocó que su familia se viera muy perjudicada por esa situación y que él mismo crea que su hijo va a cometer sus mismos errores, cuando lo que intenta es salir de ellos. Ahí vemos el sacrificio familiar y cómo nunca hay que bajar la guardia porque en cualquier momento de descontrol, el adicto puede volver sin dudarlo y echar por tierra todo el trabajo de tantos años.


Y finalmente, la historia por la que menos apostaba y que se ha convertido en mi favorita. Un adicto de los que conocimos en nuestra época de instituto, que no paraba de mirar a toda mujer que se le acercara, demasiado descarado y sin un ápice de control. Josh Gad logra que odies a su personaje desde el principio y piensas que no va a tener ningún tipo de salida. Y entonces llega la sorpresa y lo unen con la recien llegada, con la que crees que no va a tener ningún tipo de complicidad. Lo que sucede y como se ayudan, es mágico. Precioso de ver en una pantalla. Las escenas más surrealistas y a la vez, las que merecen más la pena. No todo es la relación perfecta de dos actores guapetones, me ha gustado descubrir la amistad que surge de estas dos personas tan perdidas y solas en este mundo.

No hay nada más que observar que las historias y cómo se entrecruzan y cómo se resuelven. Se sale con una actitud muy positiva de la película y con ganas de seguir ahondando en este tema desde muchas perspectivas. Pero se deja ver bien con lo que aparece.

Nota: 6 Arcones

Mi mayor atractivo en este día ha sido este drama tan osado y bien narrado titulado "Dos madres perfectas", curiosamente titulado así porque la novela original de Doris Lessing en la que se inspira se llama "Las abuelas". 

Desde el principio he conectado con todo en la película. En aspectos más externos, el paisaje australiano. Esas casas de madera con terrazas ideales dando a la playa, donde se puede relajar tomándote lo que más te gusta y bajando en dos saltos una escalera para ir a una playa con agua limpia y una tabla ideal en medio del mar para tomar el sol. Esa atmósfera me hizo meterme en la película desde el principio y soportar una de las causas que menos ha gustado de "Dos madres perfectas", el ritmo. En ocasiones, es muy lento, desesperando al público por saber qué se van a decir entre los personajes o porqué nos muestra habitaciones de la casa durante tanto tiempo. En mi caso, iba trasladándome con la cámara sin esperar a cuando suceden las cosas, me dejaba llevar. No siempre se consigue esto y por ello, me aburro en muchas películas pero en ésta, logré entrar de lleno.

Y es que lo más destacado de esta historia es precisamente la propia historia. El jugar con que los hijos de dos amigas se puedan enamorar y tener una relación sexual con la madre precisamente de su amigo. No hay incesto aunque el espectador pueda pensarlo pero es que juega constantemente con esas tensiones. ¿Se hará un trío? ¿Volverán a quedar? ¿Se liarán entre los hijos? ¿Se liarán entre las madres?. Todo esto lo consigue sin que se caiga en el escándalo y sin que se vea con una mala imagen hacia el espectador. No queda obsceno ni tampoco comprensible, simplemente se muestra y luego uno saca sus conclusiones.


Las interpretaciones son extraordinarias, especialmente Robin Wright, aunque admito no jugar con objetividad porque es una de mis debilidades de la serie "House of Cards", pero tiene una sensibilidad y unos movimientos que se come en pantalla a Naomi Watts en cada plano que comparten. Es difícil hacer esas escenas tan subidas de sexo y recalco igualmente a los dos chicos, Xavier Samuel (absolutely love) y James Frecheville (este mucho menos love), que con sus miradas y aprendizaje te transmiten esa ternura de su edad y a la vez esa necesidad de madurar y transformarse en hombres para ellas.

Lo que no me ha gustado es el final, me está pasando con las últimas películas que veo pero no lo he visto real ni creo que ese sería el desenlace lógico segun la propia psicología y evolución que me han dado de los personajes. Lo hubiera rematado de otra manera y me hubiera quedado mejor sensación. Es lo malo de los finales que pueden enaltecer una película o descender un poco, el nivel medio que pueden mantener.

Aún así, más que recomendable para personas de mente muy abierta, que no prejuzguen sino que den la oportunidad a un debate sano sobre cómo se podría reaccionar si ocurre esta misma circunstancia y sobretodo disfrutar de esas interpretaciones y desarrollo de la historia.


Nota: 8 Arcones 

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