domingo, junio 22, 2014

Me gusta ser un público miserable

Por fin, llegó el día que pude disfrutar de mi entrada de "Los Miserables". Mis sensaciones con el musical están viniendo en los últimos años, sobretodo a raíz de Antonio Pino, mago de los títeres de Peneque que en mi viaje de Nueva York me aconsejó como visita obligada ir al musical de "Mary Poppins" convirtiéndose en la mejor sensación teatral que he visto en mi vida. No puedo comparar ni por ahora se ha mejorado lo que yo sentí en ese teatro y lo que vieron mis ojos en ese montaje de Broadway.

A partir de ahí, he podido ver otros musicales o teatro-musical, el problema de que no me gustaran con anterioridad puede ser debido a que había visto películas musicales y no musicales en el teatro. Me lo dijo Arturo Díez Boscovich en nuestra entrevista, "este musical lo tienes que ver en el teatro". Y no le faltaba razón. Me he enganchado a los musicales de teatro y estoy con ansias de querer ver muchos más.

Curiosamente, Arturo también me desveló que mi montaje de "Mary poppins" era también del mismo productor que "Los Miserables", Cameron Mackintosh. Lo cual logra que las piezas me encajen de la manera que lo he hecho al salir de mi función del Teatro Cervantes.

"Los Miserables" es un musical de una calidad extraordinaria. En lo alto de la cúspide de una pirámide imaginaria estarían las voces. ¡Qué voces!. Unas te pueden llegar o gustar más o menos. Pero el trabajo de estos actores y actrices, sus modulaciones y los timbres tan diferentes son espectaculares. Mis escenas más sobrecogedoras han sido las conjuntas, con juegos de dobles voces pero que cuando interpretaban al unísono, el estruendo de emoción en el Cervantes se hacía cada vez más grande. Algo por lo que ya merece la pena ir a ver "Los Miserables"

Aunque te pueden gustar más o menos, yo he salido muy emocionada y sin poder resistir levantarme de mi asiento con "Sale el sol", la proclama del pueblo luchando por su libertad pero muy destacada "Sálvalo"  con un Nicolás Martorelli que hace de un susurro, una sensación inigualable y su brillantez a la hora de expresar su dolor en su voz, ha sido un momento mágico e único que voy a recordar eternamente. Y no soy una persona religiosa pero ese mensaje ha sido precioso.

En esa gran disposición técnica, sin que se den cuenta van a cambiar los decorados de una manera dinámica para que no pierdan el ritmo del montaje, del barco al pueblo, del barrio de prostitutas al mesón de Cosette o del tribunal a las barricadas. Todo realizado además de manera muy sorprendente sin que puedas averiguar qué es lo próximo que va a aparecer en escena. Era chulísimo ver escenarios donde los actores podían aparecer por cualquier rincón, desaparecer y volver a asomarse por otro lugar insólito.

Destacar también una iluminación precisa y bien hecha que respondía a ese montaje que mencionaba donde no se han preocupado por las partes más dolorosas, cómo si pasa en la película, para que el público del teatro se quede con ese sustento de lucha y de amor que es el reposo que deja este musical.

Les animo a que no se lo pierdan y que, de vez en cuando, miren al foso donde Arturo dirige magistralmente a la orquesta. Se contagiaran de ese entusiasmo que irradia a través de su sonrisa, profesionalidad y su batuta. Reconocer, además, esas canciones nada más sonar los primeros acordes, significa que están bien trabajadas y por cierto, las adaptaciones al español son extraordinarias sin echar de menos un mensaje equivocado o mal traducido. Por cierto, qué trabajo de voz más exigente con canciones durante las casi tres horas de función, sin ningún diálogo de descanso.

Van a contagiarse de un pueblo que quiere defenderse, de un hombre juzgado por robar una barra de pan que resistirá a quién quiera mermarle, se reirán con ese mesón desbaratado que mejora con creces la versión cinematográfica (intuyo porque es mejor utilizar voces con esa agudeza cómica que simplemente disfrazes y caretos como pasa en la película), se enamoraran de la pasión de Marius y Cossette, querrán luchar en esa barricada, se sorprenderán con algunos toques tecnológicos que ayudan a la comprensión de algunas escenas y sus ojos no dejaran de maravillarse con todo lo que aparece en escena.

Por esto y mucho más, no deben perder esta oportunidad de disfrutar con "Los Miserables". Me encanta esa parte de "¿Oyes al pueblo cantar, cantando la canción de los hombres furiosos? Es la música de un pueblo que no volverá a ser esclavo otra vez". Que así sea.

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