sábado, junio 21, 2014

No hay dos sin tres cuando ves Las dos caras de Enero que salvan The Americans

Hoy sacamos del Arcón dos películas y el final de serie que he podido ver esta semana. Dos alegrías y una esperanza que se convirtió en decepción. Os lo detallo enseguida

"No hay dos sin tres" no te engaña. Ideal para verla entre amigas sin pretensiones de estrujarte la cabeza con una historia enrevesada si no reírte de todas las chalauras que van a aparecer en cada escena, comentarlas y bailar en la butaca cuando suenan temazos de esos que bailas en casa y no le confiesas a nadie. Y lo haces.

Yo fui a verla con mi querida artesana, Alicia, y da gusto ir a disfrutarla en el plan que lo hicimos. Ella necesitaba desquitarse de todo el trabajo que le venía encima y a mí me apetecía reírme. Así que yendo con descuento a esas sesiones tempranas que todo el mundo está en la playa, nos plantamos en el cine y desde que comienza la película, no paramos de meternos de lleno con ese protagonista ligón que engaña a un surtido de mujeres buenorras (por cierto, creo que es uno de Juego de Tronos pero como la abandoné hace meses, no sé si sigue entre los vivos o no, viendo la capacidad de aniquilar reparto que tiene esta serie)

Y la vimos porque nos encanta Cameron Díaz, que es una triunfadora en el mundo del humor que ya incluso casi eclipsa con ese "yo quiero ser gelatina" a mi Julia Roberts en "La boda de mi mejor amigo". Casi todos tenemos actores que necesitamos en esos momentos de desfogarse y ver una tontada de película como ésta, donde locas de remate se van a vengar del hombre que las ha engañado. Y grande también está la actriz, Leslie Mann, que desarrolló mi mente más friki cuando he recordado que coincidió anteriormente con Cameron Díaz en la película "Ella es única" dirigida y protagonizada por Edward Burns, de esos comienzos de este actor/director que me encanta, aunque ella no tenía un papel muy destacado pero sí que vino a mi memoria enseguida.

La banda sonora es brutal y levantas los brazos en el asiento con las canciones seleccionadas, entre ellas ésta:


¿Y luego qué pasa?. Que cuando te esperas una gran intriga de Patricia Higsmith, autora de maravillas como "Extraños en un tren", te encuentras con esta película tan sosa

Había muchos ingredientes que me hacían apostar por ella. Intriga, Grecia y Viggo Mortensen. Y lo cierto es que podía servir como reclamo para captar turistas hacia la capital helena, porque para otra cosa no.

Mi comedia no engañaba, es así de tonta y así te lo pasarás. Pero yo esperaba sorprenderme con "Las dos caras de Enero", mantenerme en suspense con lo que iba a pasar y una gran sorpresa inesperada. Y para nada ocurre esto.

Fotografía y paisajes preciosos que me inquietan ir a ver mi querida Grecia con guía y empaparme de toda esa sabiduría mitológica que me encanta pero nada más. La historia es previsible, no está rodada con una planificación que ayude a que se desarrolle el guión y te quedas al final de la película con la sensación de tiempo perdido y que se podía haber aprovechado ese escenario para algo mucho más interesante

Y ni salvo actores ni como he leído a muchos críticos, tiene ningún sabor clásico. Para nada. Cualquier maestro del cine, hubiera cogido a estos personajes y les hubiera dado más vida y personalidad. No se quedaría todo en algo que no merece ni la pena.

Así que he tenido que buscar un aliciente mejor para que no se me quedara una semana coja y afortunadamente la segunda temporada de "The Americans" y su gran final a expensas de una tercera temporada, ha cumplido con creces.


En la primera temporada se nos mostraba a esta pareja infiltrada del KGB que habían logrado infiltrarse como una pareja americana modelo y convivir con sus hijos mientras espiaban y lograban resolver las misiones que se les encomendaban. Les conocíamos, a los personajes de los que obtenían información o que liquidaban y cómo lograban coordinar sus dos vidas, familiar y de espías.

Ya en esta segunda y poniendo las cartas sobre la mesa, las tramas se han ido complicando de una manera acertada, creíble y con unos giros de guión soberbios que hace que merezca la pena seguirla durante mucho tiempo. 

A esto sí que le añadimos una estética clásica totalmente conseguida no sólo en los decorados y vestuario, también en la manera de rodar, de ver las escenas y de plantear los problemas de cada capítulo.

La evolución de la pareja protagonista, genialmente interpretada por Mathew Rhys y Keri Russell, es de ponerse delante de la pantalla y disfrutar. Las dudas se convierten en celos, también hay miedo, hay decisiones que cuestionan incluso su propia misión, una hija adolescente que empieza a crecer y a hacerse preguntas que ellos mismos se hicieron a su edad, amores imposibles y traiciones, en definitiva, un amplio abanico de sensaciones que hace que cada capítulo sea impredecible y que se confirme como una de las series que más me ha satisfecho en sus segunda temporada más que en la primera.

Os dejo con la sintonía principal de cabecera y final y ojalá os convenzáis de visionarla.

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