viernes, julio 11, 2014

Profesional, muy profesional

En una de mis comedias favoritas, "Airbag", el famoso personaje de Pazos que interpreta Manuel Manquiña decía esta frase cuando le entregaban el maletín de Villambrosa y no quieren probar la droga con la que traficaban. "Profesional, muy profesional" junto con el "conceto" y otras tantas quedan en nuestra memoria cinéfila pero más que nada, quería hablaros de la propia frase en sí. La profesionalidad.

Recuerdo cuando era pequeña que cuando ibas a Málaga para comprar la ropa de rebajas de El Corte Inglés de cara al próximo curso (una de las ocasiones junto con ir al cine América que teníamos de ir a Málaga Capital), siempre recibías una amabilidad muy cercana por parte de los dependientes. No había miradas de arriba a abajo ni ese irritante "no sé si habrá de tu talla" o "solo queda lo que hay colgado". No quiere decir que eche de menos ese tratamiento tan formal pero sí la atención, esa empatía que todo trabajador de cara al público debe tener tratando a ese cliente, como le gustaría que a él le trataran.

Hay más ejemplos de lo que quiero expresar pero básicamente echo de menos profesionalidad en los trabajos, sobretodo los que se refieren cara al público. Hace poco lo hablaba con una amiga que cada vez que tenemos que ir a la Oficina de Empleo es un infierno por muchas modernidades que le pongan para intentar acelerar y que no se fotografíe esas colas interminables de parados, es un infierno por cómo te tratan, porque hay veces que te hacen sentir hasta culpable por no estar con trabajo cuando matarías por no estar en casa mirando el gotelé de la pared. Pongan esta situación cuando van de compras, conozco a gente que no va porque no le apetece sentirse mal porque no le queda lo que se prueban o por la falta de tacto de muchos dependientes. Ponganla a cuando realizas una consulta sobre algo que quieres encontrar y sólo encuentras una mala cara porque le quitas la mirada un instante de su dichoso wattsap. Y supongo que cada cual que lea esto, ya está poniendo una situación propia en su mente.

Pero hay veces que me da especial coraje, intuyo que es como nos pasa a todos, cuando te toca algo que te afecta muy personalmente. En concreto, en estas últimas dos semanas. Primero, la guía de nuestro circuito. He realizado anteriormente cuatro circuitos con Panavisión y la característica por la que pago un poco más en lugar de acudir a otros, es el trato y la organización de esta mayorista. Sé que me repito pero intentaré en la medida de lo posible, no probar con otras, más que nada porque ya sé que es lo que quiero cuando viajo y lo que me ha ofrecido esta señora de Mapa Tours es de vergüenza .

En sus manos, estaban las vacaciones de muchas personas que como es mi caso, ahorramos durante todo el año para relajarnos esos días. Para no tener que pensar y sólo disfrutar. Es inconcebible que alguien que viaje hable con tan mala educación de los sitios que hemos visitado. Cualquier rincón nuevo para tus ojos debe tener algo destacable y como guía eso se tiene que transmitir a tu grupo. Tu función es que sean felices, no quitarte lo antes posible ese trabajo que tienes que hacer. Si eres así, no te puedes dedicar a ser guía. Aprenderse datos de memoria y soltarlos no es ser guía. Y la pena de este viaje es que ya teníamos experiencia de cómo se debe hacer y la nuestra no ha estado a la altura de lo que se le debe exigir a un profesional que se dedica a trasladar sueños e historia de los lugares que se visita.

Como en cualquier trabajo, seguramente no le paguen en condiciones o no se encuentre en su situación más favorable pero de cara al público no se deben pagar esas circunstancias. Otra cosa es evidentemente que te encuentres la mala educación enfrente tuya. En ese caso, no hay justificación ninguna pero yo hablo de lo que si pasa en general, que con buenas formas, un buenos días y una sonrisa, se pueden conseguir más fácilmente las cosas.

Y segundo, uno de los primeros días después de las vacaciones que estoy desayunando, me encuentro con la agradable sorpresa que van a entrevistar a Lorenzo Silva en el programa de Canal Sur. La inmensa suerte que tuvo el presentador es que Lorenzo es un entrevistado ideal, le dices "mochila" y te contesta exactamente lo que necesitas, aunque no hayas sabido preguntárselo. Pero es indignante que en televisión se vean y se hagan este tipo de entrevistas.

Presentador: Lorenzo, has ganado el premio Nadal, el premio Planeta, muchos premios...

¿Qué quieres que te responda a eso?. "No, verás, es que pasaba por allí y me concedieron esos premios". Se deben realizar preguntas pero más que nada se debe conocer a quién tienes delante y no dar por hecho, que va a realizar tu trabajo porque te llamas menganito de tal. Preguntaba por Bevilaqua y se olvidaba por completo de Chamorro, que sin ella, no es absolutamente nada en las historias de esta saga. 

No concebía lo que estaba viendo pero ya me pasa con otros entrevistadores que tienen la fortuna de hablar con personajes con los que a mi me gustaría contar porque su programa es tal y tal. Ya no se buscan esas entrevistas maravillosas que hacía Joaquín Petit en la que les sorprendía, hablaba de su vida sin morbo y conocía al invitado que tenía delante. Ese es mi objetivo siempre aparte de darle mi personalidad en las preguntas y por donde yo quiero encauzar a quién tengo delante. Pero me fastidia esa falta de profesionalidad en mi profesión, tanto o más que los entrevistadores estrellas que quieren ser más protagonistas que con los que hablan.

Igual me paso pero creo que no todo el mundo está capacitado para desempeñar trabajos cara al público. Una mala leche innata y una infelicidad superflua se contagia a través de esos rostros y palabras, la dejadez, el quejarse y el no creer en lo que están haciendo. Tantas veces he pensado en personas que no aman lo que hacen y tengo alrededor a verdaderos profesionales que morirían y se desgañitarían por hacer esa labor con la mejor de sus fuerzas e intenciones. Es una verdadera injusticia que no se valore una buena profesionalidad en favor de una buena cara o una linda voz. Muy injusto.

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