viernes, noviembre 21, 2014

Crónica "La mujer de negro" - Teatro Alameda

INFINITAMENTE MEJOR QUE LAURENCE OLIVIER

Iván Massagué y Emilio Gutiérrez Caba

La obra escrita por Susan Hill vuelve a pisar las tablas del Teatro Alameda de la mano de Emilio Gutiérrez Caba e Ivan Massagué. Los pases estarán hoy viernes 21 a las 20:30, mañana sábado 22 a las 19:00 y a las 21:30 y el domingo 23 a las 19:00 

2001 y 2007 son las fechas en las que yo ví “La mujer de negro” y aún no doy crédito con lo que consigue esta obra en el público. Es difícil calcular cuánto puede durar una historia cuando se ha representado durante tanto tiempo para tantísimas personas que como yo la han visto en varias ocasiones o tienen la suerte de verla, en algún momento de su vida, por primera vez. Pero la fórmula sin duda está en su texto, cual cuento que puedes narrar eternamente y que se mantiene vivo y atrayente y lo más importante aún, esas interpretaciones de Emilio Gutiérrez Caba y la gran sorpresa positiva encarnada en Ivan Massagué.

¿Por qué a pesar que esta historia de mansiones, calesas, pantanos y leyendas cuando se ha adaptado en otros formatos no tiene ese peso cuando se representa en el teatro?. Porque la atmósfera que crean estos dos actores tan cercana y directa, no se puede hacer en ningún otro medio. Te puedes sorprender e impresionarte por una imagen instantánea y un chillido provocado en el momento justo pero en el teatro tienes que estar más pendiente y tanto el juego escénico como los personajes de Arthur Kipps y “”El actor” permiten que no te pierdas ni un detalle y que todo lo que sea clave en esa temática sea único y especial. Lo vives de la manera que sólo el teatro te puede permitir. Por eso, es el medio que más adoro y que más defiendo. Por lo que logra provocar con obras como ésta.

El texto, en esta ocasión dirigido por el propio Emilio Gutiérrez Caba, habla sobre la necesidad de un abogado de revivir mediante la ayuda de un actor profesional, un acontecimiento que le ha marcado durante toda su vida. Tal y como van ustedes descubriendo en qué consiste ese suceso y las circunstancias que lo adornan, el ritmo no decae y el montaje es lo suficientemente inteligente para que prestes atención donde tengas que hacerlo aunque no sea simplemente en el propio escenario.

Es una incertidumbre sana que ayuda a que te metas de lleno en ese ejercicio de imaginación donde no cuesta saber en qué instantes "el actor" representa a Arthur Kipps y en qué momento le está hablando como su asesor para dar ciertas indicaciones y que puedan conseguir finalizar la narración. Además, el espacio no para de cambiar en cuanto a la escenografía convirtiéndose en decorados que uno no se espera y que en ningún momento, te puedes adelantar a que va a aparecer eso en la trama.


Ivan Massagué
Continua sorpresa que permite como digo atrapar al espectador. Y particularmente, una servidora que ha podido ver esta obra en dos ocasiones anteriores, tengo que reconocer que sigo sin esperarme ciertos detalles importantes que el olvido logra penetrar en tu recuerdo, cosa que agradezco e igualmente, fijarte en otras cosas que antes no podías por estar centrado en todo lo posible que se te va enseñando en cada una de las escenas. Pero mi máxima expectación estaba en Ivan. Un actor joven que principalmente había destacado en su faceta cómica y que se le presenta un papel duro y complicado al tener que mantenerse al mismo nivel que el maestro Gutiérrez Caba. No sólo porque se lo habrá impuesto como actor sino porque de lo contrario, todo el trabajo queda deslucido. Las claves principales por las que lo logra con creces son las distintas tensiones, bromas y discursos que mantiene con Emilio y que reconozco que me han dejado boquiabierta. He descubierto un Ivan Massagué que me encanta, que no sabía que estaba en su ser y que dicciona y se inmersa de manera magnífica en lo que tiene que expresar y hacer. Gran trabajo y gran elección por parte de Emilio Gutiérrez Caba de darle esa oportunidad que con tanto aplomo y profesionalidad ha cogido de este actor y confieso que he podido viajar a través de su interpretación de su “actor” que hace de ”Arthur Kipps” con más nervios a flor de piel y más empatía hacia lo que sufre.

Emilio Gutiérrez Caba
De Emilio, empieza a hablar y la música del teatro se consigue al instante. Arthur Kipps forma parte de su naturaleza como tantos personajes que tiene que mostrar en ese transcurso de la historia. Lo hace fácil. Y quién se sienta a verle, ya es un privilegio porque su manera de amar la profesión es ejemplarizante para cualquier actor que se dedique a emocionar a quién está sentado en esa butaca. Voz prodigiosa, gestualidad necesaria y vivacidad continua. No tiene un pero y encima brinda lo mejor de los actores que le acompañan como es el caso de Ivan Massagué. Es un placer para mí como espectadora vivir todo lo que Emilio ofrece encima de un escenario. 

Aún tienen oportunidad de descubrir todo esto que yo no puedo desvelar más porque me matarían. Sólo digo que lo he visto con tres personas distintas y todas han sentido ese placer que da ir al teatro. Así que es un privilegio que tienen que disfrutar al menos una vez en la vida. Apuesten por “La mujer de negro”. Es algo seguro que nunca olvidarán. 

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