jueves, diciembre 04, 2014

La suerte de los tontos

Recuerdo que hace unos meses escribía un artículo que se títulaba "La felicidad de los mediocres", haciendo referencia a esos seres que nunca asumen las culpas de los errores que cometen o no son conscientes de la ignorancia que poseen pero que siempre encuentran ese reducto para pensar que son los mejores del mundo mundial y manipular o darle la vuelta a la tortilla para seguir creyendo que viven en ese limbo intocable, sin querer mejorar o darse cuenta que no son los únicos que son capaces de hacer aquello para lo que creen que están destinados y lo peor, reuniendo a palmeros ignorantes que les ríen las gracias para ver si obtienen resultados para ellos también y que les salpique esa misma mierda de mediocridad.

Hoy añado que, además, estas personas tienen la suerte de los tontos. Ese tren que quieres que pase, ese contacto que necesitas que te llame, ese café o cerveza que se comparte para que escuchen tus ideas. Todas esas posibilidades que te matas trabajando, siempre o en la mayoría de los casos gratis, para que al fin pueda llegar tu oportunidad. Y al darte la vuelta, ves al mediocre, al que le importa un pimiento lo que está diciendo, entrevistando o presentando, se lo ha preparado dos segundos antes y se nota y logra escurrir el bulto con obviedades, tonterías y trucos que el espectador o el entrevistado no nota, pero quién tiene experiencia se da cuenta de quién se trabaja las cosas y quién se muestra solo para la galería y que le vean. Y otras muchas veces, impiden o censuran el trabajo de los demás para que simplemente se vea el suyo propio y crear una especie de monopolio de la verdad, que muchos estúpidos se creen, hasta ellos mismos, se creen que son esos malvados con poder destructor hacia todo aquel que trabaja en ese mismo ámbito. Vaya a ser que tengan que competir con otros mejores que ellos y tengan que pensar más de dos segundos y no llegar a la suela de los zapatos de las ideas que surgen de la gente que amamos lo que hacemos

De verdad los que creais en un ser superior, yo no sé todavía cómo podéis seguir teniendo esa fe ciega en alguien que no da lo que merece a quién se lo merece. Y lo digo en ambos sentidos. Tiene suerte el que no se la merece, el que no aprovecha la ocasión o que ni siquiera tiene idea de lo que se le pide y sale del paso por su gracia divina o humor estúpido. Y no tiene suerte el que se preocupa por hacer su trabajo de manera digna, personal y queriendo aportar algo y que signifique algo.

La pena es la cantidad de personas que no encuentran su rumbo en sus distintas profesiones y ven como ese intrusismo, enchufismo y falta de originalidad les da los resultados que ellos llevan mucho tiempo mereciéndose. Y quieren irse y buscar su camino en otros lugares. Y el buen trabajo se queda sin descubrirse. Y la esperanza cada vez se merma más y yo les he visto luchar como campeones pero eso los poderosos no lo saben valorar, les vale más una palabra falsa y bonita y no investigar hacia verdaderamente quienes son profesionales de los sectores que les interesan. Oye recomiéndame a tal y cual, pues investiga un poco. No cuesta tampoco tanto. Leete las propuestas que te lleguen. Bucea un poquito por blogs humildes como éste que intentan hacer una labor cultural desde hace ya tiempo. Y no dejes escapar a mentes brillantes que huyen de lo popular y de lo que está de moda para apostar por cambiar y personalizar sus creaciones. Por no quedarse estancados y sorprender con muchas ideas. Porque no nos quejamos de que tengamos que trabajar hasta más horas de lo que nos mandan, si no de que no tenemos sitio para hacerlo y otros utilizan su suerte de la manera más equivocada y sin aprovechar ese regalo.

Aún así, yo seguiré luchando por lo que llamo mi aldea gala. Esa irreductible fortaleza en la que pueda hacer lo que me gusta y pueda reunir a personas que quieran trabajar conmigo y hacerle llegar toda esa ilusión a la gente que quiera escuchar lo que sabemos hacer. Que es bueno, divertido y nos encanta. Esa suerte de los tontos, de personas que no tienen ni idea muchas veces de los proyectos que les mandan y usan ideas muy generales y banales para salir del paso, tiene que destruirse. Hay que emocionar, hacer sentir, hacer reír, crear mundos y sensaciones. Seguiremos luchando para conseguir esa llamada, reunión, café, concurso, en definitiva, ese tren al que me quiero subir y que no pase de largo.

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