martes, enero 27, 2015

Entrevista Helena Pimenta - Donde hay agravios, no hay celos - Festival de Teatro

GRAN HOMENAJE A NUESTRO TEATRO Y A NUESTRA COMEDIA

La Compañía Nacional de Teatro Clásico aterriza en el Teatro Cervantes para presentarnos “Donde hay agravios no hay celos” de Zorrilla el próximo miércoles y jueves a las 21:00 con motivo del Festival de Teatro. Es una de las comedias menos conocidas y, además, está calificada por su propia directora como una de las mejores que se han escrito en Europa. De certificada experiencia son los actores y como no, su propia esencia e interés por hacer un producto de calidad que satisfaga a los espectadores malagueños que se decidan ir a verla. Hablamos con la propia Helena Pimenta.

Escena de "Donde hay agravios, no hay celos" Fotografía realizada por Ceferino López

P: ¿El agravio entonces quita la posibilidad de tener celos?

Helena Pimenta: El agravio como el odio o la ofensa es algo que verdaderamente ocupa tanto tiempo que impide, sobre todo, amar. Con lo cual, sino amas los celos existen, son sentimientos muy bloqueadores. Curiosamente en la época de la que estamos hablando, una persona que se sentía agraviada, como el concepto del honor estaba tan asentado y esta obra trata sobre una visión desmesurada del honor, había tanta preocupación del qué dirán que uno tenía que estar toda la vida pagando o intentando rescatar el honor perdido. Eso gasta mucha energía. Había unas reglas tan estrictas que no se podía hablar de ello sino se sabía quién era el ofensor. Eso se ha vivido en nuestro país y en otros países de Europa me imagino o no sé si de la misma manera. Lo que está claro es que un sentido de la ofensa y un dogmatismo excesivo impide querer y, por tanto, tener celos.

P: En esa contextualización hacia la actualidad me da la impresión que nos queréis transmitir que a pesar de todos los elementos tecnológicos de los que disponemos, nos comunicamos igual que en la misma época de creación de esta obra

Helena Pimenta: Qué bonito esto que dices. Es cierto que hay una clave en estos personajes de una obra que es desconocida para el gran público y yo considero que es una de las mejores comedias que se ha escrito en Europa. Lo que pasa es que hubo dos siglos muy buenos y luego se fue perdiendo fuelle en España. Efectivamente uno de los temas fundamentales es que los personajes no se atreven, como están llenos de normas muy rigurosas, de ofensas y de agravios, a decir la verdad. De hecho, el autor lo que hace es poner muchos aparte, con los que nosotros hemos hecho un juego de coreografías, para indicarnos que no son capaces de hablar con los demás. Al no ser capaces de hablar ni de comunicar sus miedos ni errores ni vergüenzas, no hay forma de que avance todo. Es una especie de enfermedad de soledad terrible hasta que afortunadamente, como en toda buena comedia, ese caos se va a arreglar. Es cierto que esta incomunicación que estamos padeciendo ahora de otra manera, esa dificultad de hablar de lo que nos pasa y mantener sistemas muy rigidos de relaciones es exactamente igual entonces que ahora.

P: ¿Por qué apostasteis por esta comedia?

Helena Pimenta: Como responsable de la Compañía Nacional de Teatro Clásico tengo que estar siempre buscando entre el repertorio clásico, los grandes títulos y otros menos conocidos y menos frecuentados por el público, buscando sacar a la luz de todo ese acervo cultural, que es un patrimonio riquisimo, todo lo posible. Todo lo que sea, en este caso susceptible, de ser leído hoy. Que el espectador de hoy se sienta concernido por ese texto. Efectivamente, es una decisión mía como directora de la compañía rescatar este texto y ha sido un felicísimo rescate. Verdaderamente desde que empezamos los ensayos hasta ahora, me entra la risa cuando lo pienso, nos ha dado muchas alegrías. El público se ha divertido siempre tanto y tiene un lenguaje tan ingenioso. Yo creo que nosotros lo hemos hecho con mucha libertad y con mucho sentido de la teatralidad. Hemos hecho una cosa muy muy muy teatral. Es como un teatrito, un juego del teatro en el teatro. Se percibe la respiración del actor. No hay nada sofisticado. Es un gran homenaje, por nuestra parte, al teatro y a la comedia. Son momentos en los que hemos de relativizar también. Hay una serie de antídotos para enfrentar estos momentos que vivimos y en esta obra está la compasión, la generosidad y el perdón como el resultado de todo este caos. Yo quería apostar por ese camino y que el público saliera alegre y con una sensación de ser humano comprendido y que disfrutáramos todos juntos. Ese ha sido uno de los objetivos prioritarios porque esta obra se presta a eso y se ve que es como una fiesta pero hecha con una humanidad importante. Los actores son auténticos titanes porque son preparados en bailar, decir el verso con belleza y con mucha comunicación, cantan, son cómicos y muy auténticos. Es decir, estamos hablado de actores con una preparación altísima lógicamente para este tipo de espectáculos que requieren muchísimo rigor.

P: Recuerdo que en “El sueño de una noche de verano” jugabais con unas paredes que al tornarse eran otros decorados, lo cual hacía más atractiva la presentación de la historia. ¿Cómo nos vais a sorprender con “Donde hay agravios no hay celos”?

Helena Pimenta: Siempre he tenido la idea de no repetirme. Arriesgar en cosas nuevas para evitar la repetición porque sería un rollo y me encanta que siga yendo público. Con los años, han ido apareciendo claves que están más desarrolladas. El otro día se hizo una mesa de reflexión sobre la risa aquí en el Teatro Pavón con filósofos y sociólogos y se hablaba que había mucha compasión en el planteamiento de la obra. Es algo que yo creo que me acompaña siempre. “El sueño de una noche de verano” estaba llena de sorpresas y era un término aparentemente cursi porque era una idea del amor hacia el teatro, aprender a quererse a uno mismo y a los demás. “Donde hay agravios no hay celos” también lo tiene. Es más mayor, unos cuantos años más tarde, pero tiene muchos ingredientes. A veces, lo recuerdo que tengo la sensación de que cuando hice en el año 1992 mi primer “El sueño de una noche de verano”, buscaba esa inocencia con la que mirábamos el teatro entonces y con esas ganas de agradar y de querer al espectador. Esa búsqueda de inocencia, aunque ya he perdido alguna en este tiempo porque es lógico, la he vuelto a buscar. Es un homenaje al teatro en todos sus aspectos desde el humor. Esa capacidad de sorpresa en la escenografía sigue apareciendo y quizá es de las que más tiene el aroma de “El sueño de una noche de verano”

P: ¿Qué papel va a tomar la música o concretamente ese acordeón en la obra?

Helena Pimenta: El acordeón lo toca en directo un especialista bielorruso, Vadzim Yukhnevic. Hemos trabajado la música popular desde el este al otro lado del Atlántico. Jugamos con la música como un personaje más dado que el texto en verso es muy musical, la música va acompañando y pautando, a veces, manteniendo incluso el ritmo o el tono de las escenas. Si hay que apretar más una escena, la aprieta el propio acordeón y prácticamente dialoga con ellos. Esto es algo que he trabajado en los últimos años y lo encuentro muy hermoso. Aunque sabemos que el acordeón no es propio de esa época, nosotros nos hemos permitido ese anacronismo porque nos parecía muy urbano y muy popular.

P: Dices que esta obra ha sido una oportunidad de profundizar en los mecanismos de la comicidad, ¿en qué sentido?

Helena Pimenta: En el teatro español han abundado las tragedias. Hablo de teatro clásico. Las comedias se han leído durante muchos años, en la mayoría de los casos en tono de farsa. Yo tengo la firme convicción de que el teatro clásico no tiene personajes esquemáticos, son personajes riquísimos y complejísimos. Desde ahí, me parecía que no se trataba de hacer cómico en grueso si no hacer un tipo de comedia refinada, a veces muy socarrona, a veces más bruta y a veces más sutil. Esto está en esta obra, tiene muchos elementos de comicidad como los cambios de personalidad, de papeles y esta circunstancia de que el público sepa más que los personajes. Hay una serie de claves fundamentales para la comedia pero yo quería subrayar esta calidad de lo que es la comedia española del Barroco porque tiene mucha más profundidad de la que se ha visto y tiene unos mecanismos absolutamente increíbles. En los juegos de palabras hay gente que se cree que son de broma y están traducidos del texto. Eso ha sido muy alegre

P: ¿Cómo ha sido el trabajo en la adaptación con Fernando SanSegundo, quién además hace el personaje de Don Fernando?

Helena Pimenta: Esta relación artística que hemos tenido desde “La vida es sueño” o “La verdad sospechosa” es estupenda. Yo sabía que necesitaba a alguien que estuviera muy vinculado a la escena. Quería un autor, como lo es él, que también es director y como actor reconoce muy bien esos mecanismos desde dentro. No quería imponerle al texto la literatura, quería que trabajara a favor de la acción. Él, verdaderamente, estando dentro y fuera con la dificultad que eso supone, supo desde el primer día que estaba haciendo una adaptación para el escenario, no pretendía montarse por encima del autor. Ha querido aclarar algunas palabras para el espectador y eso le ha llevado a cambiar algunos versos pero no ha montado una obra distinta. Ha sido verdaderamente rico porque a veces leíamos palabras y veíamos acciones. Tenemos una ligazón extraordinaria.

P: ¿En qué momento se encuentra la Compañía Nacional de Teatro Clásico? ¿Cómo afrontáis este 2015?

Helena Pimenta: A mi me da cierto pudor porque sé que no son buenos momentos para la profesión teatral, en general, pero la verdad es que llevo unos años que estamos viviendo un momento muy dulce. Se han conjurado una serie de aspectos con un equipo de base estupendo y un entusiasmo muy grande. Las cosas están saliendo bien de cara al público y a la crítica. Se está trabajando con mucho rigor y hemos invitado en fórmulas distintas, tanto directores invitados como compañías con las que hacemos coproducción, de manera que hemos bebido de muchas inspiraciones artísticas y de relaciones personales. Estamos viviendo con enorme dulzura el tránsito. Todo normal. Muy emocionamos porque cada vez se nos abren más caminos, los espectáculos están funcionando con un porcentaje de 100% de público en general. Tenemos muchos proyectos diversos y hemos hecho Europa ahora con algo pequeño pero ha estado estupendo en Londres o París. Estamos añadiéndole la vocación internacional en sitios donde no se habla español y donde pretendemos llevar las obras. Sinceramente me siento muy orgullosa. Hay días que te cansas mucho y esto es una paliza. Cuando vine de Londres, Dublin y Manchester me dije “pero que orgullo”, sentir que puedes aportar algo a la cultura de tu país. Así me siento ahora, a veces me canso pero me siento muy orgullosa

P: ¿Es difícil de complacer al espectador de teatro clásico?

Helena Pimenta: No te creas. Yo lo que trato de plantear es que haya formas diversas de hacerlo. Nosotros hemos subido el porcentaje una barbaridad. Cada año subimos entorno a 60.000 espectadores. Está la suerte de que hay mucha técnica, cada vez hay más capacidad para contar estas obras, con comunicación y una buena interpretación. Siempre hay alguna gente que se resiste porque piensa que no le concierne o que son palabras antiguas pero nosotros recibimos a mucha gente joven al año en los programas que tenemos y se ríen y se divierten. No estamos haciendo teatro museístico, somos gente de esta época, contamos la belleza de la escritura de unos poetas que han ido delante de nosotros con nuestra tradición y nuestro patrimonio y lo hacemos con los medios y la sensibilidad actual.

P: ¿Tienes oportunidad de ver montajes clásicos a nivel local? ¿Crees que hacen una buena labor de adaptación y difusión de estos textos?

Helena Pimenta: Tengo oportunidad en algunos momentos en la Escuela de Arte Dramático. Me parece muy bien, creo que es importante que estén guiados por gente que ayude a tomar, a veces, distancia. Pero me parece maravilloso que la gente más joven tome iniciativas y se enfrente al texto poco a poco. Al principio, uno se cree que se tiene que cargar la mitad del texto porque tiene una verdad superior a él. Por ahí hay que pasar. Y luego al final no quitas ni una cosa ni otra. Yo vengo del mundo del instituto donde nos sentíamos muy libres trabajando con los textos de los clásicos en aquel momento con Shakespeare y han siso maestros ausentes que han sido estupendos. Todo lo que te haga disfrutar y hacerte preguntas es bueno. El teatro clásico requiere muchos años, de 30 no baja la especialización. Me encanta que lo aborden y lo traten de decodificar y que se busquen soluciones. No hay que acertar siempre, hay que querer esos textos y hay que hacerlos. Con el tiempo, vas comprendiendo el universo y al principio tendrás un tipo de espectadores y luego tendrás otros. Creo que hay que estudiar mucho y son los que más te exigen estudiar porque no puedes negar lo que ellos han aportado. Hay mucho que sacar de ahí.

P: ¿Tienes en la recámara otros textos que sacar a flote como éste?

Helena Pimenta:
Ahora no puedo comentar nada porque estoy a punto de presentar la próxima temporada y no podría decirlo. Pero si que los tenemos y también otros del canon más oficial con miradas diferentes. Ya tengo en la mano el próximo y ahí ando peleando, iba a decir soñando pero no me deja dormir. Es horroroso pero merece la pena.

Una filosofía de trabajo más que adecuada y una sensibilidad muy apropiada para que siempre nos lleguen estos clásicos con esa tesitura especial que nos hacen llegar desde la compañía nacional de teatro clásico. No será una excepción este miércoles 28 y jueves 29 a las 21:00 con “Donde hay agravios, no hay celos” de Francisco de Rojas Zorrilla. El elenco son David Lorente, Jesús Noguero, Óscar Zafra, Rafa Castejón, Nuria Gallardo, Clara Sanchis, Fernando Sansegundo, Natalia Millán y Mónica Buiza 


Para escuchar a la propia Helena Pimenta durante nuestra entrevista podéis hacer click en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-helena-pimenta-donde-hay-agravios-no-audios-mp3_rf_3999132_1.html

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