lunes, febrero 23, 2015

Risas disfrazadas

Ante la imagen emotiva del gato de Cheshire que he encontrado en Facebook de "Alicia en el país de las maravillas", pensaba hablaros de esos recuerdos mágicos que se tienen en la infancia y que se recuerdan cómo si se apretara un botón de tu interior para provocarte felicidad. Igual que cuando haces memoria de porqué tus películas son tus favoritas que muchas veces tiene más que ver por el contexto en que se vieron que por su propia "calidad" (la determine quién la quiere determinar). 

En ese sentido, escuchando el podcast de "Todopoderosos" que llevan alocadamente Arturo González Campos, Sergio Fernández "El Monaguillo", Juan Gómez Jurado y Rodrigo Cortés en el que homenajean al maestro Hitchcock, cada uno exponía cuál era de sus películas favoritas y, en la mayoría de los casos, eran por innovar en el género cinematográfico por el uso del suspense, de planos o de otros elementos que le hicieron ser un mago de esta especialidad. "El Monaguillo", con quién casi nunca estoy de acuerdo, sorprendentemente menciona mi película favorita, de todos los tiempos, "La soga". Tengo grabado en mi memoria cómo la vi, por primera vez con mi padre y cómo no pude apartar los ojos de la pantalla memorizando momentos y diálogos convirtiéndose como digo en mi película de cabecera. Y sin poder resistirme a volverla a ver si la reponen en televisión. 

Y, para los más curiosos, es el motivo por el que este blog se llama "El arcón de Natalia". Quienes la hayan visto, y no pienso destriparla (y nunca mejor dicho), sabrán que el arcón que preside prácticamente todas las escenas de esta película tiene mucha trascendencia e importancia por lo que oculta y, al pensar en un nombre para albergar toda la cultura de la manera que a mí me gusta contarla y transmitirla, no encontré un nombre mejor haciendole homenaje a mi película.

Imagen de Alfred Hitchcock con Farley Granger, James Stewart y John Dall

Pues bien, iba a desarrollar esta idea y darle forma cuando la realidad supera a la ficción. Ante una visita familiar propia de estos días de domingo, uno de los temas de cachondeo constante ha sido sacar a relucir el disfraz que he decidido ponerme este año para los Carnavales de Málaga. Mi disfraz de Mafalda. Esa ilusión escondida que, aunque nadie me crea, estaba oculta por timidez y miedo a hacer el ridículo. Cosa que jamás me había sucedido pero, sin saber la razón, el hecho de disfrazarme me causaba ese temor y me impedía ser yo realmente, alocada y feliz por dar vida a uno de mis personajes favoritos y ser ella por unas horas. 

Lo más fácil para el común de los mortales que allí se reunían ha sido deleitarse en que parecía una especie de "tonta del bote" a la que ellos podían pedir la "paguita" por mi "minusvalía mental". Sé que muchos cuando os pasan estas cosas, sabéis reaccionar al momento y decir precisamente lo que se tiene que expresar. Y Mafalda seguramente haría lo mismo. Pero a mí no me sale, es más, lo que me surgiría, haría daño, sería ofensivo y caería a un nivel de bajeza que me arrepentiría por mucho tiempo. Opto por la misma estrategia que cuando lo pasaba mal en el colegio o en el instituto, ignorar y ya se cansarán. Y de hecho, ha pasado con otro tema estúpido y otro y otro, hasta que me he podido marchar.

Por esa mesa, he podido escuchar que desconocían porqué una joven sentía que le hacían "bullying" en el instituto. "Si tampoco era para tanto", ¿cuantas veces habré demonizado esa odiosa frase?. Reírse de las mujeres. Poner videos estúpidos. Y dar importancia a saber defenderse o responder de unas maneras en las que no creo, no me hacen tanta gracia y me sirven para darme cuenta y cerciorarme de hasta dónde no quiero llegar.

¿Y qué pasa si te enfadas?. Que no es para tanto. Que te lo has tomado a mal. Que exageras. Y que se intenta minimizar para, de nuevo, ridiculizarte y que no vuelvas a servir para nada. Así que, mi camino es siempre el de la ignorancia e intentar que no te afecte y que se pase lo antes posible. Porque si saltas con todo lo que podrías saltar que ves a tu alrededor, el daño se lo haces a todos pero también a tí misma y en tu interior y en ese botón de las emociones, sabes que no te compensa.

Al contrario que esto, alguien que no es de tu familia y que te conoce desde bien poco, te escribe en un wattsap que ibas guapísima de Mafalda. Pues, ¿para qué mosquearme con quién no merece la pena en lugar de tomar en cuenta quién ha valorado lo que has hecho?. Elijo ser feliz. Elijo estar ya con ideas para disfrazarme de algo maravilloso y que me den una "paguita" de risas, alegrías y personas que entienden que para tí eso es importante y te dedican unas bonitas palabras. Claro que me quedo con eso. Lo vais a flipar en Halloween, por cierto.

Y como siempre me gusta ver la parte positiva de todo, tengo escrito un microteatro sobre esto. Se llama "89 monos" y ojalá lo escojan para que mi Jose Vera y mi Laura Vil le den vida en el mes de mayo en Microteatro Málaga. Así que, la intención con la que lo escribí, sigue estando vigente. El que te tomen por loca por hacer lo que quieres y el determinar lo que se debe hacer en cada paso de tu vida y de los años que vas cumpliendo. ¿Por qué hay que seguir determinándose por estas reglas? Y más que nada, ¿quién las impone?. ¿Por qué no es mejor vivir con las locuras de cada uno en lugar de responder a las expectativas de los demás?. Esas son las respuestas que están en ese micro y que ha resultado ser, lo que yo más quería decir. Seguiremos cruzando dedos.

Y más positivo aún, es que ya tengo en mente y en imágenes de qué me gustaría que fuera mi próximo proyecto microteatral que empezaré a escribir en breve con mis musas nocturnas. Este tipo de experiencias de domingo son las que marcan lo mejor de tí para ponerlo en diálogos y movimiento. Que tiemblen las familias. 

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